50. Rebecca.

7.4K 339 6
                                    

¡Quedan sólo cinco capítulos chicas!
Apreté el teléfono contra mi pecho, para luego dejarlo caer sobre mi cama. Sacudí mi cabeza mientras sorbía mi nariz, la cuál ahora tenía un color rojo furioso. Lo había decidido, y no. Definitivamente no iba a llamarlo. No podía seguir dependiendo del modo en el que ya lo hacía de Harry. ¿Cuándo fue que me convertí en esa mujer cobarde, que no puede levantar su rostro, mirar para arriba y seguir?

Respiré hondo y traté de reponerme. Sentí un aire fresco golpear en mi cara y revolver mis largos cabellos castaños cuando abrí la ventana de mi habitación de par en par.

Recordé cómo era todo antes de llegar aquí. Realmente había momentos en los cuáles extrañaba mi antigua vida. Sí, extrañaba el ruido de la gente en las calles de la ciudad un sábado por la noche. Extrañaba esas salidas con mis amigas, dónde nada importaba, sólo eramos tontas adolescentes sin problemas, sin intenciones de enamorarse, sólo buscando divertirse. Extrañaba más que nada en este mundo, aquellos tiempos dónde eramos una familia. Una verdadera familia unida. Extrañaba con locura a mi madre, y odiaba saber que ella no estaba bien.

Suspiré. Londres era tan distinto. La tranquilidad de las calles lo eran. La gente lo era. Hasta el aroma de lluvia era diferente. Sin embargo, ¿como podría quejarme? Fue aquí dónde conocí a Harry. Él era simplemente, lo mejor que tenía. Y para ser realmente sincera, lo único.

-Becca, es hora de cenar.- interrumpió la voz de mi padre, todos mis pensamientos nostálgicos. Neutro y pasivo.

-No tengo hambre.- contesté apenas con un hilo de voz, sin demostrar emoción alguna.

-Hija, por favor.- suplicó sin perder su tono tranquilo.

Realmente no tenía ganas de discutir. No después del episodio que recientemente había vivido con Marcie. Mucho menos quería discutir con papá, pese a que aún le guardaba un rencor infinito por mentirme y ocultarme lo de mi madre durante tanto tiempo, por reemplazarme, de cierto modo a mí por su nueva pareja y la hija de ésta. Realmente estaba harta de todo.

Por suerte, ésta última semana, Céline la había pasado con su padre. Sería para mí más de lo que podría soportar, pasar tiempo con aquella niña estúpida y engreída. Jamás nos llevaremos bien.

Las miradas iban y venían durante la cena, pero palabras, palabras no había ninguna. Prefería eso. Funcionaba para mí. Sólo quería terminar mi comida para volver a mi habitación, a mi música, a mis libros... a mi mundo. Lejos de la realidad.

-Rebecca.- murmuró mi padre, rompiendo con el silencio.

-¿Mm?- solté sin ánimos, con comida en la boca.

-¿No crees que le debes una disculpa a Marcie?- dijo con seriedad. Marcie hizo un claro gesto de "no importa, aquí nada pasó, todo está bien". Pero mi padre insistió:- Sé todo lo que ha sucedido. ¿Cómo puedes faltarle el respeto de esa forma?

Achiné mis ojos, incrédula. Osea, ¿ella podía llamar a mi padre alcohólica y drogadicta y yo debía hablarle con respeto? Parecía que todo estuviera jugando en mi contra ese día. ¿Ahora mi padre la defendería, sobre mi madre?

-No realmente.- le resté importancia, alzando los hombros.

-¡Rebecca Pierce!- gritó mi padre, golpeando la mesa ante mi arrogancia.

-¿Qué?- me enfurecí del mismo modo, parándome para enfrentarme a él- ¿Quién mierda se cree que es esta perra para hablar de la forma en la que lo hizo de mi madre?- grité.

No iba a poder con mi yo violento. Estaba dentro de mí hace rato y ahora pedía a gritos salir. Necesitaba realmente descargarme, decirlo todo. La sangre hervía mis venas y mi rostro se acaloró por completo.

-¡Maldita malcriada!- apretó los dientes.- Estarás castigada por un mes.

-Oh, vaya. Miren quién comienza a comportarse como un padre ahora.- Dije goteando sarcasmo.- ¿Sabes qué? Tú...- lo señalé con el dedo de forma autoritaria y violenta- Tú eres un maldito mentiroso. ¡Sólo te preocupas por ti y por esta zorra, mientras mi madre está agonizando!- las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos incansablemente. Sentía la impotencia recorrer cada parte de mi cuerpo.

Supe que esas últimas oraciones habían desarmado por completo a papá. La culpa, tal vez. El hecho de que, -de algún modo- lo que o decía no era nada más y nada menos que la pura verdad. Él estaba siendo un jodido egoísta, centrándose en hacer una nueva vida, sin importarle una mierda mi madre. Pero eso le había dolido. Lo vi en sus ojos, rojos y cristalizados.

Antes de que pudiera reaccionar, una mano grande chocó con fuerza contra mi mejilla, haciéndome caer al suelo. Él me había golpeado.

Escuché un grito agudo de parte de Marcie.

Lo miré con decepción, casi aún sin poder creerlo. Nunca antes había hecho algo así. Nunca antes lo había visto reaccionar de esa forma. Nunca antes había visto una mirada tan furiosa como la que recientemente había conformado su rostro.

-Lo siento.- mustió con un hilo de voz y las lágrimas cayendo de sus ojos.- Lo siento, lo siento yo... Por Dios, ¿qué he hecho?- agarró su cabeza y su respiración se agitó. Como si quisiera abofetearse a él mismo. Arrepentido.

Se acercó a mí para levantarme del suelo. Inmóvil, rechacé su mano, con un gesto de temor involuntario. Tragué saliva con dureza y me levanté, sin quitar mi mano de mi adolorida y roja mejilla. Las lágrimas no dejaron de salir.

-Rebecca, enserio yo... soy un idiota. Lo siento tanto.- dijo con apenas un hilo de voz, mientras intentaba abrazarme.

-Aléjate Will.- dije con desprecio. Sin siquiera poder llamarlo "papá". El me miró con pena y entendió el error enorme que había cometido.

-Por Dios, no, lo siento. Enserio lo lamento esto es horrible.- trató de disculparse mientras se acercaba a mí- Dime que estás bien, por favor, dime que no te he hecho daño.

-Sólo... sólo aléjate de mí.- me separé de él, sollozando.

Él sólo se alejó de la escena, comprendiendo que lo quería lejos y que ya no tenía más nada que hacer allí, no sin antes formar un "Perdón" con sus labios, otra vez.

-Rebecca.- musitó la angelical voz de Marcie, buscando ser mi compañía o tan sólo hablar conmigo, comprobar que todo esté bien.

No la rechacé. Ya no tenía fuerzas para hacerlo. Me sentí cansada, rendida. No podía terminar de asimilar lo recientemente ocurrido. Ella me abrazó. Tal vez, aunque fuera la persona que creí odiar más que nada en el mundo, eso me hacía falta. Sabía que no era realmente una mala persona. Necesitaba un abrazo fuerte como aquél.

-Tranquila- me susurró mientras yo no podía dejar de llorar.

-Estoy tan cansada de todo.- dije ahogándome con mis lágrimas, sintiendo que el aire me faltaba.- Quiero volver con mi madre. Quiero irme ya mismo de aquí- solté sin más correspondiendo su abrazo.

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora