1. Blaine y la amiga gorda.

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- ¡Vamos Blaine! ¡¿Qué demonios pasa con la velocidad de ese revés?!

El entrenador Colton no me daba tregua, el día de hoy su entrenamiento era agotador.

Soy considerado un deportista de elite, por lo que no deberían regañarme de esta manera.

Suspiro rendido, si solo pudiese ordenar lo que mi mente pide y lo que mi cuerpo quiere, todo sería más fácil.

- ¿Qué pasa muchacho? Parece que la competencia te tiene estresado.

Desearía que fuese eso.

-Nada de eso señor, hoy me siento algo cansado. Mañana no se me escapara ninguna bola- sonreí. Debía mantenerme positivo y no caer en el dramatismo que esta situación ameritaba.

Tarde o temprano este momento llegaría, ya pase por esta etapa con cada uno de mis hermanos. Procure ser de apoyo para ellos, pero es algo difícil debido al mundo en el que nos encontramos.

Tengo 17 años, mi naturaleza dictamina el inicio de mi "despertar". La sed de sangre se vuelve insufrible y el deseo de encontrar a mi próxima víctima me llena de una ansiedad que me acompaña a lo largo del día.

No lo elegí pero es lo que tengo. A la vista de todos soy un simpático adolescente, interesado en el deporte y con una prometedora beca completa en una de las universidades más prestigiosas del país.

Nada más alejado de la realidad.

Termino de guardar mis raquetas, reviso la red de una de ellas cuando mi celular suena anunciando un mensaje.

Sala de música. 37 minutos.

Uno de mis pocos amigos, me pedía amablemente reunirnos despues de clase.

Caminaba por los pasillos y las chicas volteaban a verme dedicando sonrisas cómplices. No soy idiota como para pasar por alto el hecho de que querían invitarme a salir. Incluso algunas se conformaban con pasearse a mi lado, entiendo que para ellas era realmente tentador.

Es una lástima que no llamaran mi atención.

Sonreí de vuelta a Lara y sus amigas.

Lara era la especie de abeja reina en este colegio, no digo que no lo mereciera, solo me parecía estúpido como todas buscaban imitar sus comportamientos sin límites y extravagantes.

Aburrido. Predecible.

La música de Vivaldi que proviene de la sala de música me da un anticipo de lo que me espera.

Seth se encuentra frente al piano con su celular posado sobre las teclas. Su fría mirada azul se posa en mí y me da una leve sonrisa.

-Por fin llegas, estrellita deportiva - mueve sus manos flotando sobre el piano, tocando imaginariamente las teclas. Si no lo conociera hace desde pequeños podría pensar que es un loco.

- ¿Nueva teoría? ¿Pruebas a Vivaldi en el piano?- me mofo. - Deberías tomar el violín que está más allá. Ese creo es el instrumento adecuado.

-Muy gracioso. Estaba pensando...- mira sus uñas con detenimiento - el mejor método para incordiar a una chica que no acostumbra salir con hombres.

Ruedo los ojos con fastidio. Aquí íbamos de nuevo.

El pasatiempo favorito de Seth era hacer sentir incomodas a las personas. Disfrutaba de llevarlos al límite de soportar su presencia.

- ¿Sigues con eso? Vamos, la chica es buena, además ya sabes que te casaras con ella en un par de años. ¿Cuál es el propósito de hacerle la vida miserable?

Un banquete para BlaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora