3. ¿Me mordiste?

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— ¡Mikeila! ¡Mikeila despierta!.... Mikki por favor, abre los ojos.

¡Dios mío, pero que insistencia!

Percibo los tibios rayos solares que se filtran por la ventana dando un aspecto de ensueño a la habitación.

Si esto fuese un maldito sueño.

Caigo abruptamente en la realidad notando que mi cuerpo se encuentra entumecido y cansado.

¿Qué fue lo que me paso?

Abro lentamente los ojos encontrándome a Nicole con sus ojos empañados por las lágrimas mientras sujeta mi brazo insistentemente.

— ¿Cuál es tu problema?— me enderezo en la cama— ¿con que necesidad me despiertas así?

¿A quién en su sano juicio se le ocurre despertarme de tan placentero sueño?

Solo a Nicole.

—Gracias a Dios, he estado a tu lado desde anoche— explica agitando sus brazos— Blaine dijo que habías bebido mucho alcohol.

— ¿Qué dijo qué?— y como un chapuzón con agua helada, recuerdo lo que sucedió ayer.

*Flashback*

El color rojo en los ojos de Blaine no me dejaba moverme. ¿En qué lio me había metido?. Traté de que entrara en razón y me dejara. Incluso ofrecí salir y buscarle como ofrenda a cualquiera de las otras muchachas que habían afuera, en la fiesta; más lindas que yo, más apetecibles que yo y que definitivamente ¡no eran yo!.

—Quédate quieta— olfateo mi cuello— Dios... hueles tan malditamente dulce. Voy a probarte.

Intente zafarme de su agarre empujando por sus hombros pero fue imposible moverlo. Hace unos minutos lo arroje por el piso sin inconvenientes.

¿Qué demonios pasaba aquí?

En mi distracción Blaine tomó mis muñecas con rudeza. Mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando vi las horrendas garras que tenía en sus delicadas manos.

¿Loco no?

—El gatito tiene garras— lo incordie— así que el tenista estrella tiene un pequeño secretito— seguí— ¿me pregunto cuántas personas saben de tus tendencias psicópatas?

Comenzaba a enloquecer, él ni siquiera fijaba su roja mirada en mí. Solo se concentraba en mi cuello haciendo más presion con sus manos en mis muñecas.

Estaba al borde del colapso cuando se acercó e inspiro fuertemente. Lo próximo que sentí fue mi cuello partiéndose en dos. El dolor era inexplicable, jamás había sentido algo así.

Las lágrimas llenaron mis ojos rápidamente, pues claro. No todos los días se parte uno el cuello y anda feliz de la vida.

¿Qué pasa conmigo? Me están matando y yo pensando en no llorar.

Los recuerdos se agolpan frente a mis ojos cerrados. Todo se siente tan pesado, incluso mi cuerpo.

La estúpida de Camille, mi hermana mayor, diría que es lo normal. Que yo soy pesada de cuerpo. Pero esta vez es un peso distinto, un peso que, a medida que aumenta se lleva consigo mi vida.

Estoy próxima a perder la conciencia, y mi vida, y en lo único que pienso es en que no me despedí de papa. Él me esperaba para desayunar a su lado como cada mañana. Inclusive pienso en la reina de la anorexia, ya no tendrá con quien entretenerse cuando este aburrida.

Por último, pienso en ella y en cuanto la extraño.

Blaine se detiene abruptamente, sus ojos regresando a su verde normal. Lo miro extrañada pero no dudo en levantarme y alejarme de su lado.

— ¿Me mordiste?— coloque mi mano en mi cuello sintiendo así como el líquido corría— ¡mierda!

— ¡Oh no!— se lamentó Blaine acercándose a mí.

Definitivamente estaba loco, no cabían dudas. La sangre, mi sangre, brotaba de su boca de una manera grotesca. Concluí en que se había dado un buen banquete.

—Aléjate o te romperé las piernas, maldito enfermo— ni siquiera podía separar mi mano de mi cuello pero no le mostraría un signo de debilidad. Ya me había atacado en mis cinco sentidos, no quería ni pensar que haría si notase que me siento mal.

—Mikeila quédate quieta por favor. Lo lamento...— alargó su mano— ven, puedo ayudarte con el dolor.

En momentos como este pensaba que especie de circo tenían los hombres en su cabeza, primero me atacaba y ahora venía con la tonta idea de que me acercara su lado. ¿Es que estábamos todos locos?

Durante mi divague, existencial cabe aclarar, no lo vi acercarse. De un momento a otro me vi presa de unos brazos muy tonificados cuyo tacto mi necio cerebro comenzaba a disfrutar.

El beso que Blaine me dio nublo mi mente de placer. Una paz inmensa me rodeo y caí rendida a la oscuridad.

***

— ¿Me estas escuchando?— Nicole me veía alterada— como no despertabas casi llamo a una ambulancia. ¡Que susto!

— ¿A dónde se fue?— recorrí toda la habitación con la mirada— me refiero a Blaine.

—No lo sé. Él me busco y dijo que estabas desmayada. ¿En serio bebiste tanto?

Tenía dos opciones: la primera era decirle la verdad a mi amiga y que ella enloqueciera. La segunda era investigar que mierda se traía entre manos el maldito de Blaine, porque esto no lo dejaría así. El muy bastardo me había dejado el cuello violeta y un dolor en el cuerpo comparable con las palizas que recibía en mi entrenamiento de taekwondo.

Y pagaría por eso.

No crean que estoy loca, recuerdo sus ojos rojos y sus garras. Tengo una leve sospecha a lo que me enfrento y será de lo más placentero desenmascararlo frente a todos.

Me siento como mis antepasados, esos que dieron cacería a las brujas de Salem. ¡Pues yo haría lo mismo!

—Sí, lo siento. Como no quisiste beber conmigo invite un par de tragos a Blaine— de mi cuello para ser exacta— ¿Qué hora es?

—Son las 12— miró su celular— ¿Quieres ir a mi casa o a la tuya?

Baraje mis alternativas, pero me decidí por regresar a casa. Por primera vez en mis 17 años quería ver a toda mi familia.

Anoche al creer que moriría de una manera un tanto peculiar, me di cuenta de que la vida es corta y tan imprecisa que nunca estamos preparados realmente para decir adiós.

Era eso o me di un susto que me dejo traumada incluso para mi próxima vida.

Un banquete para BlaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora