5. Álex

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¡Muchas gracias a todos los que estáis leyendo, votando y comentando! Me ayudáis con la inspiración. Espero que siga gustando!



Alex acaba de tener un orgasmo de los épicos, de los que te cambian la vida, de esos que te estremecen hasta el alma. Y cuando mira hacia abajo, lo que observa es a Mangel, de rodillas en el suelo, cuerpo medio recostado sobre el sofá, cabeza apoyada en su muslo, acariciándole el abdomen suavemente y depositando pequeños, cariñosos besitos en el protuberante hueso de la cadera, que tiene a su alcance. Tiene un principio de un chupetón en el área, y no recuerda en qué momento ha ocurrido, pero no le importa. Le gusta cómo se ve. Le gusta que a Mangel le esté gustando, si el hecho de que no pueda parar de tocarle, acariciarle, sentirle, es indicación de algo.

Álex debería de estar teniendo una crisis homosexual, porque acaba de tener un orgasmo francamente fantástico, tan fantástico que sigue notando aún un poco de cosquilleo, pero ahí está Mangel, el hombre que se lo ha proporcionado, con un calentón y simplemente ignorándole para otorgarle mimos. Joder, no sabe si admirar el autocontrol de Mangel o llamarle gilipollas.

- Mangel, ven aquí. – Le ordena. – Tú todavía...

- No es necesario – Se apresura a cortarle Mangel con una sonrisa comprensiva y afectuosa. – Me basta así, si no quieres continuar...

- Mira, Mangel. Te he atacado como un puto perro en celo, déjame como mínimo darte un orgasmo y cierra la puta boca, cojones. – Mangel se ríe como un imbécil, pero cuando Álex le estira del hombro se deja levantar.

Álex, sinceramente, no sabe de dónde saca las fuerzas (le tiemblan las piernas aún), pero estira de la mano a Mangel, y van, cogidos de la mano (y es un momento para nada cursi, porque es una decisión enorme, lo que van a hacer, o a continuar, más bien). Mangel está mirando sus dedos entrelazados, pero no responde verbalmente, sino con un leve apretón, y se deja guiar hasta su habitación. Álex le pone delante suyo, y le analiza con una mirada penetrante que va desde los pies lentamente hacia arriba. Los ojos de Mangel están muy oscuros y su boca está enrojecida, y parece medio drogado y muy inseguro y Álex sabe que él, él mismo y nadie más, es el que ha causado que Mangel luzca de esta manera. Le empuja por sorpresa y sin avisar, de tal manera que Mangel cae sobre la cama con un sonido 'omf', antes de medio incorporarse apoyándose en los codos. Su mirada es fija y penetrante, y desde esta postura Álex puede apreciar lo duro que está. Sube a la cama encima de Mangel, rodillas a cada lado de su cintura, apoyado con las manos para verle a los ojos de cerca.

- Mangel, ¿puedo tocarte? – Pregunta, y a Mangel le da la risa floja, al cabrón.

- Joder, macho, ¿ahora preguntas?

- Pues, ahora, por capullo, te jodes y me dejas.

Dos minutos después, y ya desnudo, Mangel es un estudio en contrastes con él mismo. Mangel parece un poco avergonzado de su cuerpo, revolviéndose incómodo y tratando de alcanzar la colcha para taparse.

- No me mires así, sé que estoy un poco gordo...

- Calla, parguela. – Le ordena, y pone sus manos sobre los hombros de Mangel. Le gusta sentir las curvas de su cuerpo, la calidez de su piel y el hecho de que realmente, cuando tocas, hay músculo, y aunque firme, es sutil y manejable. Tiene razón Rubius, Mangel es estrujable, achuchable, abrazable. Álex, experimentalmente, acaricia y masajea y toca los hombros, los brazos, el torso. Y Mangel se deja toquitear, lo que es un subidón, porque aunque parece un poco incómodo con el escrutinio, está dispuesto a dejarle hacer a Álex, a cederle el control sobre la situación y sobre él mismo y sobre el rumbo que todo esto va a tomar.

Eres la excepción (Mangexby - 18+)Where stories live. Discover now