Blake

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—Él es

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—Él es...— en se momento se dio cuenta que no sabía el nombre de ese chico así que abrió la boca y la cerró varias veces pensando fugazmente en inventarle un nombre pero terminó por  señalar a la chica—Ella es Violeta— presentó. El rubio la miró de arriba abajo arrugando un poco su nariz y Elías se preguntó porque parecía tan molesto, miró algo curioso al chico quien se le acercaba sorprendiéndose cuando tiró de su ropa para obligarlo agacharse a su altura para confusión de ambos betas.
—Oye, beta, si te vas a follar a alguien va a ser a mi porque realmente lo necesito ¡Ella no!— reclamó frunciendo el ceño aún sosteniendo la toalla con una mano, Elías sintió sus mejillas rojas de nuevo por la vergüenza y la sorpresa mezcladas, pudo ver el rostro sorprendido de su amiga que también estaba bastante sonrojada.
—Oye... nadie aquí va a... eso, a nadie— debía verse completamente patético tratando de no decir la palabra con f, pero estaban frente a una chica ¡Maldición!
Trató de soltarse del agarre primero suavemente poniendo su mano sobre la del rubio que aún estaba en el cuello de su ropa pero el menor tiró de él de nuevo y el moreno abrió los ojos completamente sorprendido cuando el otro lo besó bastante intensamente, sin saber como reaccionar y quedándose quieto por el shock al sentir ambas manos en sus mejillas que no hacían más que seguir atrayéndolo para hacer el beso más pasional. Miró los ojos mieles del más bajo pensando que ese chico parecía terriblemente experto.
—Ah... b-bueno yo... ¡Los dejo solos! ¡lamento haberles interrumpido!— Violeta chilló completamente roja cuando la toalla del rubio se deslizo hacia el suelo, así que prefirió huir.
Elías empujó un poco  al omega para romper el beso y poder hablar reaccionando al fin, entre nervioso y avergonzado
—Ey, espera...— trató de detenerla pero resopló al ver como la puerta de salida se cerraba con fuerza. No podía creer todavía la situación en la que se encontraba, se dio la vuelta para mirar al chico y hablar con él para decirle que no se besaba así a extraños pero apenas pudo hacerlo cuando el rubio lo empujo haciendo que cayera al suelo golpeándose la cabeza —Ay... maldición— gruñó llevándose su mano hacia la nuca sintiendo un dolor fuerte allí al darse contra el suelo, el menor le sonrió antes de sentarse a horcajadas sobre él, sacándose sus muñequeras de metal las cuales de volvieron como una mitad de aro, obligando al otro a retirar sus manos de su nuca para luego poner la mitad del aro sobre las muñecas del beta para que se pegaran al suelo evitando que moviera sus brazos.
Elías levantó su mirada confundido sin saber que esperarse.
El rubio sonrió con malicia.
—No eres exactamente lo que deseo en el momento... pero servirá— susurró para si mismo acariciando con su dedo la mejilla del moreno quien lo miraba entre sonrojado y abochornado porque el rubio no estaba llevando nada de ropa, sin saber si sentirse asustado.
—Ey... podemos hablarlo ¿Sabes? No hay necesidad de esto...— trató de liberar sus muñecas nervioso sin lograrlo, preguntándose como el chico había logrado salir de la habitación. Trató de mirar hacia sus manos pero no se le hacía muy posible.
Esa situación no le agradaba en lo absoluto.
—Me vas a decir... ¿Qué esto no te excita?— el rubio susurró sobre sus labios antes de apretar un poco su entrepierna haciendo que de un respingo, el olor dulce se hacía más fuerte mareando un poco a Elías.
—¡Nicolás! ¡A-Ayuda!— gritó completamente rojo mientras sentía los besos del más bajo sobre su cuello mientras sus pequeñas manos acariciaban su pecho, le parecía sorprendente como el otro se restregaba contra él sin ningún pudor dejando escapar algunos gemidos, el único problema era que estaba reaccionando y eso lo abochornaba más...
De pronto el rubio ya no se encontraba sobre él así que abrió sus ojos confundido, mirando al de cabellos negros que estaba parado a pocos pasos de él mientras sostenía al rubio del brazo. Sonrió sintiendo un intenso alivio.
—¡Dios, gracias al cielo! Creo que quería abusar de mi— se sentó como pudo aunque en una posición rara al no poder separar las muñecas del suelo pero más tranquilo, aunque prefirió mirar hacia otro avergonzado lado al notar que el rubio seguía desnudo sin ningún pudor.
—¡Lo disfrutaste!— resopló el de ojos mieles sonriendo burlón, haciendo que Elías se removiera incomodo como diciendo “¡Claro que no! no inventes” —Cariño... ¿me dejas terminar lo que empecé?— le habló a Nicolás de manera mimosa —Luego puedes hacerlo tu, si lo deseas— ofreció casi ronroneando.
—Yo no deseo nada— el de cabellos negros se sonrojó frunciendo el ceño agarrando más fuerte el brazo del otro sin creer del todo lo que le había dicho, haciendo un pequeño mohín tratando de que no se notaran sus mejillas rojas —Ahora volverás a tu habitación y no saldrás hasta que tu celo pase, apestas mucho ¿Cual es tu nombre, rubio?— arrugó su nariz olfateando un poco antes de empezar a caminar hacia el pasillo, casi arrastrándolo tratando de mantenerse firme.
Eran omegas pero al no haber alfas alguno debía tomar la posición de líder y él había llegado primero ¡Le correspondía por derecho!
—Me llamo Blake— el rubio puso en blanco los ojos tratando de fastidiar al menor pero prefirió seguir al omega más bajo, el rubio era más alto por apenas dos centímetros que el de cabellos negros. Nicolás paró al estar frente a la puerta y miró de manera desaprobatoria al chico que sostenía.
En la puerta de madera había un hueco irregular, como que si alguien hubiera roto con algo contundente esta para después quitar algunos pedazos.
—¿Qué? El perfume ya no era suficiente— se encogió de hombros tratando de quitarle importancia, poniendo un rostro de niño bueno y una sonrisa tierna.
—Dios... eres imposible... tal vez haya que atarte...— murmuró el omega de cabellos negros mientras fruncía más la nariz, el olor lo hacía sentir rechazo pero no podía soltar al rubio y que volviera a tratar de abusar del otro chico... el cual, por cierto, seguía atado al suelo.
—Supongo que tendrás que quedarte en la habitación de Elías, ya que no queda otra... ¡Ey, Elías, voy a meter al chico a tu habitación!— gritó lo último para poder ser escuchado.
—¿¡Qué?!— sonrió complacido al escuchar al otro sonar tan sorprendido.
—¡Lo que dije!— casi podía reírse de lo divertido que estaba, abrió la puerta empujando al rubio adentro para luego cerrarla —¡Y esta vez, no rompas la puerta Blake!— advirtió sonriendo al escuchar el gruñido del otro omega. Se dio la vuelta caminando de nuevo hacia donde el beta estaba sintiéndose algo satisfecho de haber podido encerrar de nuevo al rubio.
—¿Dormiré en el sillón entonces?— se quejó suspirando el moreno mientras veía como el de cabellos negros liberaba sus muñecas, suspiró más tranquilo llevando sus manos hacia ellas.
—Puedes dormir en el cuartos de invitados y yo en el sillón...— ofreció Nico sonriendo de lado y guardando las curiosas “muñequeras” en su bolsillo. El más alto negó con la cabeza mientras se levantaba.
—No... puedo dormir en el sillón, no hay problema... solo espero que no destruya mi habitación— suspiró mirando hacia el pasillo, sin saber como sentirse al respecto de que ahora el rubio estaba dentro de su cuarto. Tal vez se sentía un poco demasiado preocupado.
Esperaba que cuando se acabara el celo del chico todo siguiera en pie.
—No lo hará... no dejo tan mal la anterior habitación... espero...— dudoso se dirigió hacia allí, ambos abrieron lo que quedaba de puerta. La cama estaba hecho un desastre pero todo a su alrededor parecía estar bien, no había nada desordenado excepto las cosas cilíndricas que estaban regadas por el piso.
El menor arrugó un poco la nariz al sentir el olor casi golpearle la cara así que volteó su mirada gruñendo en reflejo.
—Habrá que cambiar las sabanas...— Elías suspiró antes de acercarse a la cama y quitar las mencionadas, para llevarlas a lavar. Nicolás frunció el ceño preguntándose como dormiría ahí si estaba inundado del aroma de Blake.
Era demasiado dulce.
Y estaba lleno de... frascos cilíndricos mojados.
—Y lavar estas cosas— dijo con algo de asco al ver que estaban empapadas con lubricante inclinándose levemente arrugando más la nariz.
Era asqueroso.
El moreno lo miró de reojo preguntándose que había hecho en el baño como para poder volver en si y no verse completamente perturbado como cuando escapo hacia allí.
—Al menos no está lleno de pelos— murmuró el mayor.
—¿Por qué dices eso?— el más joven lo miró confundido haciéndolo sonreír.
—Por eso de que les aparecen orejas de animales— habló el moreno mientras hacía un movimiento con su mano como simulando orejas sobre su cabello, tratando de contener la risa ante el gesto del más bajo.
—Elías... eso no es gracioso— trató de quejarse pero aguantando una sonrisa.
—Okey, ya me callo— el mayor sonrió abiertamente mientras empezaba a caminar hacia afuera de la habitación con las sabanas en los brazos.
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Perdidos En El Pasado (Omega) Where stories live. Discover now