Capítulo 14

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—Maldito Alex... Ahora que lo necesito no se le da la regalada gana de aparecer. — Era extraño el comportamiento del azabache, ya que, no era de estar deprimido y mucho menos molesto.

—Igual... Me preocupa... — Sin perder más tiempo, marcó el número de Alexy. La persona que contestó era Kentin.

—¿Armin?

—Necesito hablar con Alexy.

—Esta dormido, ¿Quieres que lo despierte?

—Por favor.

Esperó unos cuantos minutos a que Alexy despertará, por lo menos estaba más tranquilo de saber que estaba bien.

—¿Que pasa, Armin?

—¿Puedes gastar algo de tu tiempo con Kentin en venir a casa?

—Uhm... Si si... No tardo...

Finalizó la llamada.

—Idiota... Pf...

Suspiró, abrazando sus piernas, ocultando su rostro en sus rodillas, la primera decepción amorosa.

Ya entendía el sufrimiento por el que paso Alexy al ver que la persona que amaba, salía con otras chicas.

Pero esto era diferente, ellos si en el momento eran novios.

Armin, no había parado a pensar en que todo eso, podía tratarse de un malentendido.

El sonido de la puerta abrirse fue lo que hizo que se sobresaltara.

—Armin... ¿Que te ocurrió? — La preocupación de Alexy era notable por el tono de su voz; se acercaba con lentitud hacía el azabache.

—Es sobre Lysandro... — Desvío la mirada, sintiéndose estúpido por sufrir por amor.

—Calma, te escucho. — Se sentó a un lado de él, sonriendole levemente para animarlo aunque sea un poco.

—Es que... Yo... Ahh... Ayer, caminaba como siempre hacia la tienda de videojuegos, en eso, pase cerca de una cafetería, y ahí estaba él, con Sucrette, haciendo los típicos juegos cursis de parejas. — Sorbió su nariz, sin siquiera mirar a su gemelo, no le gustaba que lo viesen llorar.

—Oh... Tranquilo... ¿Ya hablaste con él? — El tono del peliazul era suave, ya que, no tenía lógica alguna hablarle de forma brusca, solo lo lastimaría más.

—P-pues... — Sus mejillas se sonrojaron de la vergüenza, el azabache ni siquiera lo habia dejado hablar.

—¡Armin! No puedes estar sacando conclusiones sin siquiera oír su explicación. — Alexy, lo conocía como la palma de su mano, así que sabía como probablemente fue el comportamiento de su gemelo.

—¡No fue mi culpaaa! Estaba dolido... Bueno... Sigo estandolo. — Fruncio el ceño, mordiendo su labio inferior.

—¿Puedo hablar con él? — Inmediatamente, el azabache alzó la cabeza, negando rápidamente.

—¡No no no! Él e-es un tonto, no debe saber nada de mí, se lo merece. — El peliazul, no pudo evitar reír ante la respuesta.

—Y luego el infantil soy yo. — Sin perder más tiempo, salió de la habitación del pelinegro, aunque, le extrañó que no lo siguiese.

Marcó el número del albino, el cual, contestó, por suerte.

—¿Hola?

—¡Hola, Lysandro! Habla Alexy, ¿Estas ocupado en este momento?

—No... ¿Por qué?

—Mm, ¿Podemos encontrarnos en algún lugar para hablar?

—A mi parecer, no hay problema alguno, ¿En que lugar estaría más cómodo usted?

—Eh~ ¿Puedo ir a tu casa? Es que, necesito un poquito de privacidad.

—Claro que puedes, ¿Es inmediatamente?

—Pues, si.

—Esta bien, hasta luego, Alexy.

Se quedó un momento pensativo, sabía que la casa del albino estaba algo lejos y él ya no soportaba caminar demasiado, pues, sus pies terminaban doliendole por la hinchazón de estos.

Lo mejor sería ir a la parada del autobús.

Ya que esa si estaba cerca, caminó hasta ella.

—Hola, Alexy. — Era el rubio de Nathaniel, saludándolo con una leve sonrisa.

—¡Hola, Nathaniel! — Le devolvió la sonrisa, tendrían que esperar unos cuantos minutos a que el autobús llegara.

—No es que quiera sonar muy entrometido pero... Has faltado demasiado, ¿Tienes algún problema? E-es decir... Yo... Me preocupa un poco ¡Quiero decir! Si ,me preocupa mucho. — Las palabras se enredaban al pronunciarlas, solo que no quería que lo mal interpretara.

El peliazul, pasó una mano por su nuca, debía estar más pendiente del instituto.

—Bueno... Solo es una cuestión de salud... Pero después te entregaré una justificación, ¡Intentare no volver faltar demasiado! — No mucho después, llegó el autobús.

Por suerte, habían lugares libres, no dudo en sentarse en un lugar.

—Que suerte que no esta tan lleno. — Suspiró tranquilo, desviando su mirada hacia la ventana, intentando pensar un poco en lo que le diría a Lysandro.

No valía la pena alterarse, ya que, el albino era bastante calmado, podría tener una conversación pacífica.

Se colocó sus audífonos, concentrándose en la canción que sonaba.

Era una canción de amor, la cual, le recordaba demasiado a Kentin.

Una sonrisa se formaba en sus labios, le gustaba estar así de tranquilo y feliz.

Cuando el autobús llegó hasta el lugar, se quitó los audífonos, bajando de él.

Caminó hasta la casa de Lysandro, tocando la puerta.

Lo recibió una señora de edad, la cual, el peliazul no conocía, pero no iba a ser descortés, quizás fuese una familiar de Lysandro o algo así.

—¿Tú eres el chico del que tanto habla Lysandro? ¡Eres muy lindo! — Como lo esperaba, sus mejillas fueron apretadas.

(¿Por qué nadie deja mis mejillas en paz?)

—A-ah... No no, quizás estas hablando de mi hermano, Armin, yo soy Alexy. — Habló con ternura hacia la señora, se le hacía que era muy dulce, a pesar de la fuerza que había usado para apretar sus mejillas.

—Armin... Alexy... ¿Cual es la diferencia? En fin, creo que vienes por Lysandro, pasa pasa. — Soltó las mejillas del chico, sonriendole con cariño, dejando que pasara.

—Gracias... Eres muy amable. — Le devolvió la sonrisa, al ver que el albino estaba en la sala, caminó hasta ahí.

—Oye. — El peliazul, chasqueó sus dedos, ya que, el de ojos bicolor estaba concentrado en su libreta.

—Ah, Alexy, ¿Vienes a hablar sobre lo de Armin, no es así? — Le indicó un lugar no muy lejano (que respetara su espacio personal) en el que se pudiese sentar.

Miró a todos lados, asegurándose de que la tierna señora no estuviese cerca.

—Si, vengo por eso, ¿Me puedes explicar lo que sucedió? No me gusta ver a Armin deprimido. — El albino, suspiró antes de contestar.

—Todo es un malentendido, intenté explicarle, pero él no dejó. — Desvío la mirada, para luego, continuar hablando.

—Sucrette estaba de cariñosa conmigo, abrazándome y ese tipo de cosas, porque confesé que podía tener alguna oportunidad de salir con Castiel, entonces estaba feliz.

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