Capítulo 2: Desastre en mi interior

185 15 2
                                    

Desastre en mi interior.

– ¿Crees que...? ¡Charlie! –Por poco gritó Cara y la cafetería entera volteó con miradas curiosas y otras molestas.

Yo me centré en su rostro bonito, unos rasgos expectantes cubrieron su rostro.

– ¿Estás enam...

– ¡No lo digas! –Cubrí su boca con mis manos y palpé su sonrisa traviesa.

Yo no estaba seguro de lo que sentía, no sabía ni qué me ocurría a mí y no metería en esto a mis seres queridos, atrapándolos en una red de incomodidad. Menos a Phillips, que lo quería como a muy pocos.

–Cállate, bruta. Yo no estoy eso –dije con una mueca, como si hubiera soltado ácido de mi boca.

Ella apartó mi mano con una carcajada.

–Entonces tiene que haber una explicación.

No lo había; él sólo era mi mejor amigo, ¿qué había de complicado en absorber eso? ¿Ella nunca había tenido amigos?

De repente, llegué más a fondo con sus palabras y mi rostro se ensombreció sintiendo pena por mí mismo.

–No soy gay –informé serio–, si Phil me gustara, significaría eso –pensé en voz alta y sacudí mi cabeza, incapaz de darles libres riendas a ese pensamiento. Repetí: –no soy gay.

No era como si tuviera algo en contra de ellos, pero amaba a las mujeres, me encantaban.

–De acuerdo, Charlie. Todo está bien, pero no detengas algún sentimiento o sensación por eso, déjate ser y verás que todo será mejor. Ser gay no tiene nada de malo.

–Lo sé, Cara, pero entiende que no lo soy.

–Bien –murmuró con decepción, pero dispuesta a no terminar con el tema.

Al parecer, creía que era divertida mi situación y más el nuevo “acercamiento” a mi amigo.

–Al menos di que te gusta –se mofó.

–Sabes que sería incapaz de mentirte, amore.

Y para completar, guiñé mi ojo con una sonrisa que generalmente mataba a las chicas.

La puerta sonó y la abrí con curiosidad. Se mostró con aspecto desaliñado desde otro lado de la puerta y me cubrí de vergüenza. Cerré mis ojos, negando con la cabeza con agobio.

Él sonreía mientras mechones de pelo castaño le enmarcaban el rostro dándole un aspecto infantil.

– ¿Qué esperas? Mueve tu culo, Char, el auto nos espera.

Fruncí el ceño.

– ¿De qué me hablas?

–Iremos a la pileta, viejo, y si quieres refrescarte tendrás que apurarte –aplaudió y me empujó hasta mi habitación. –¡Vamos! ¡Cámbiate!

Abrí mi placard, fatigado por la disposición de mi amigo para jorobar. La verdad era que en ese momento sólo quería estar solo y por "solo" me refería a lo más lejos posible de él. Me frené de súbito cuando reparé sobre su vista, que seguía establecida sobre mí.

– ¿Po-podrías...? Phil, date la vuelta.

Él giró sus ojos cargándose en el umbral con los brazos cerrados.

–Por favor, no tienes nada que no haya visto, amigo.

Trágame tierra, pensé.

–En serio, vete –él sonrió y con postura despreocupada salió de la habitación mientras negaba.

Amor súbitoWhere stories live. Discover now