Capítulo 3: Tú y yo

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Tú y yo. 

Asentí, sin interés alguno y me senté en otra silla con mi espalda recta y mi mandíbula apretada. Ella estaba ocupando la silla que un rato atrás yo había elegido. El hecho de que tuviera una sonrisa simpática y unas pestañas largas no le daba derecho a sentirse superior, esa era mi silla.

–Es un lindo lugar, ¿no crees? –la rubia miró el lugar con aprecio y me sonrió, intentando entablar una conversación conmigo.

–Tal vez –contesté, tosco, y me encogí de hombros estirándome para agarrar un pedazo de pan y untarlo con la salsa verde de aspecto a vómito que había en el centro de la mesa.

– ¿Es rico? –hizo una mueca graciosa que me hubiera encantado si hubiera estado en otra situación.

La chica era muy bonita y simpática, me sentí mal por lo mediocre que estaba siendo. Eso no significaba que cambiaría mi parecer, yo no mostraría una sonrisa mientras estuviera ahí.

–Deberías probarlo, si quieres saber.

Phillips centró la vista en mí y se disculpó.

–Vamos al baño.

–Acabo de ir –me quejé y él me miró como muévete-o-te-mataré-ahora-mismo.

Con un bufido me puse de pie y lo seguí con pasos vagos.

– ¿Qué te sucede, Charlie? –preguntó, cuando cerré la puerta detrás de él.

Me quedé en silencio, mirándolo con exasperación. 

–Vamos, dime. Porque te invité esta noche creyendo que serías un buen amigo. Falon me gusta, Charlie, y arruinarás todo si sigues con cara de culo. ¿Qué la chica de hoy no te sirvió para hacerte el día?

Apreté mi mandíbula con más fuerza, prohibiéndome a hacer algo de lo que después pudiera arrepentirme.

–Deberías haber invitado a otro –indiqué abriendo mis brazos–, yo soy un idiota. Ni una mujer me sirve. Soy un maldito hijo de perra.

Él se mantuvo en silencio mirándome sin expresión alguna y fue lo que me puso fuera de mis casillas.

–No tengo ganas de esta mierda, Phillips. Sabes que con unos tragos estará en tu cama y con una buena joya Falon ya te querrá. Déjame de joder con esas porquerías. Mejor me marcho. 

Me di la vuelta para salir de aquel lujoso lugar de mierda cuando su mano me tomó por sorpresa. Caí al suelo y él pareció satisfecho. Se acercó a mí cauteloso y me gritó la cara.

–Nunca, jamás, te atrevas a hablar así de Falon. Sabes muy bien que ella no es ninguna de tus putas.

Se arregló el traje que le quedaba malditamente bien y sin mirar atrás, volvió a la mesa con una postura rígida y su rostro rojo de enojo.

La salida cerca del baño me vino de maravilla y me sentí aliviado de no tener que verlo con la niña risitas porque juro que en ese momento sólo quería gritarle lo que la odiaba. Yo sabía que Phillips lograba sacar siempre lo mejor de mí, pero también recordaba que él siempre podía hacerme volar de lo sensato como nadie nunca pudo.

Le di mi chaqueta a un señor desaliñado y sucio que caminaba perturbado por la calle, arrastrando una bolsa negra. La noche estaba sorprendentemente fría y eso bastó para sacarme del buen juicio que me quedaba. Corrí por toda la ciudad hasta que mis sentidos se volvieron borrosos y me sentí a punto de desvanecerme.

– ¿Charlie?

– ¿Despertó?

Entrecerré mis ojos por la luz blanca que me quemaba la cabeza. Ahí estaba James, con Luke y Gerry. Sus expresiones eran de alivio y no comprendía nada.

Amor súbitoWhere stories live. Discover now