Todo comienza con un cambio, en este caso una mudanza; era consciente de que eso incluía descubrir cosas nuevas, pero no tantas como las que le esperaban.
Roxane logra llevar una vida relativamente normal (pese a una madre obsesionada con su segurid...
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Rememoré cada detalle de aquella mañana en el bosque durante el larguísimo viaje de vuelta.
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Dash había pasado por delante de mi asiento sin mirarnos a mí o a Kara (que trataba de usar la fuerza para estrangularle como si fuese Darth Vader) y se había sentado al final del bus, me fijé en que nadie se atrevió a sentarse a su lado.
Llegó un momento en el que todos los pasajeros se habían dormido, solo entonces me atreví a darme la vuelta para comprobar que él estaba despierto y mirándome fijamente.
«Ven» dijo en un susurro señalando el asiento vacío junto al suyo.
Necesitaba explicaciones más que el aire que estaba respirando, así que decidí hacerle caso.
Kara se había pedido el lado de la ventanilla, así que nada me impidió cruzar el pasillo central para llegar hasta él.
—¿Qué te ha pasado?— gruñí de mala manera. No me hacía ninguna gracia que me dejase tirada en medio del bosque.
—Es innecesario que lo sepas.— arqueé una ceja sorprendida.— ¿Se lo has contado a alguien?— negué con la cabeza.— ¿Ni siquiera a tu amiga?— negué de nuevo, especialmente no a ella.— Me mira mal, quizá sospeche algo.— susurró preocupado.
—Tuve que inventarme una excusa para haber estado contigo en el bosque.— empezó a lucir su sonrisa socarrona.— No llegó a pasar nada, fuiste demasiado deprisa y te dejé tirado.— rompí los cimientos de su fantasía con aquella frase, en realidad había sido todo lo contrario pero era mi mentira y tenía derecho a salir bien parada en ella.
—Supongo que es mejor así, a no ser que quieras que estemos juntos...— casi me hizo dudar al ver sus ojos centelleantes de deseo.
—No.—«aún no» habría sido más acertado pero dejaba demasiadas esperanzas para nosotros.— Lo importante es que nadie lo sabe.
—Tú lo sabes.— parecía orgulloso de mí, como si conmigo hubiera descubierto la electricidad.
—No lo sé todo.— fruncí el ceño y él puso los ojos en blanco.— Tampoco pido tanto, solo quiero que seas sincero.
—Me pides que te espante de mi lado.— trató de apoyar su mano sobre la mía pero la quité a tiempo, cayó sobre mi pierna y la levantó como si fuera lava.
—Soy difícil de asustar.— estábamos a punto de llegar, reconocía vagamente la carretera.
—Silencio.— me susurró alarmado.—Nos ha visto.— me fijé en los asientos del medio, Susan nos miraba con furia ardiente en los ojos.
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—Ya hablaremos.— él debía hablar mucho más que yo.
Volví a mi sitio sintiendo las chispas de odio en la nuca y me senté junto a Kara que dormía plácidamente con la cara aplastada contra la ventanilla, debía ser aún más divertido verlo desde el otro lado.
