Parte 23 - Tranquila

11.7K 471 261
                                    

El sobre daba vueltas entre mis dedos. Lo miraba de vez en cuando para luego volver a mirar hacia el techo. Mi cabeza subía y bajaba al ritmo del pecho de Christopher. Pasó una mano por mi pelo, acariciándome con ternura. Cerré un instante los ojos y posé la carta sobre mi estómago. Estiré mis brazos por encima de mi cabeza hasta llegar a su cuello y se lo acaricié con la punta de mis dedos. Entrelazó los suyos con los míos y me besó el dorso de la mano con un leve roce de los labios.

–Ábrela ya –me apremió Joel sentado a los pies de la cama–. Dejaros de cariños y ábrela ya –tenía las piernas dobladas bajo su cuerpo y me miraba con los ojos abiertos, expectante.

–¿Aún te lo sigues pensando? –Escuché la voz de Erick a mi izquierda, un poco lejana.

–Si queréis nos vamos y os dejamos solos –Richard soltó una carcajada al decir aquello.

Con un leve gruñido, me incorporé, haciendo que la carta cayera sobre las sábanas arrugadas, entre mis piernas. Apoyé las manos sobre la cama y suspiré. No quería ni mirarla. Cada vez que lo hacía, mi estómago se encogía. Temía encontrarme algo que no me gustara. ¿Y si, como había dicho Zabdiel, era alguna carta de alguna fan agradeciéndome el estar con los chicos? Pero nadie sabía lo que estaba haciendo realmente con ellos, así que no tenían nada que agradecerme. Lo único que podía ser era una carta de alguien a quien no le gustaba la idea de que pasara tanto tiempo con ellos. Me habían intentado animar, quitándole importancia a todo aquello; pero yo no estaba nada tranquila. Alargué una mano hacia la carta y la cogí con dos dedos. Miré a mí alrededor. Joel, sentado frente a mí, estaba inclinado ligeramente hacia adelante. Richard se encontraba sentado en la silla de ruedas que había en el escritorio, detrás de Joel. Ercik y Zabdiel estaban sentados en la cama de al lado. El más pequeño estaba apoyado contra la pared, los brazos cruzados sobre el pecho. El segundo estaba inclinado hacia adelante con los codos sobre las rodillas y las manos entrelazadas, mirándome con atención. Christopher se incorporó y asomó la cabeza por encima de mi hombro. Me pegué el sobre contra el pecho y me separé de él, quedando de espaldas al ventanal, de frente a ellos. Mis manos temblaron cuando empezaron a rasgar el fino papel blanco. Mi corazón latía a gran velocidad. Las sienes me dolían a cada palpitación. Exhalé un suspiro cuando la carta se abrió por completo. Cogí aire antes de mirar dentro. No pude distinguir muy bien lo que había. Me pareció ver una imagen grabada en papel, algo borrosa. Fruncí el ceño mientras introducía dos dedos con cuidado en el interior y agarraba lo que había dentro. Con el ceño fruncido, observé la fotografía que tenía delante. Era yo con un hombre que no conocía. Tenía la tez morena, ojos demasiado negros y cejas muy espesas, tanto que parecían juntarse en el entrecejo. Estábamos en medio de una pista de baile. La imagen estaba borrosa por las luces brillantes que nos rodeaban, pero se podía ver con claridad cómo ese hombre rodeaba mi cintura con una mano y estaba completamente pegado a mi espalda con sus labios rozando mi cuello. Mi rostro estaba relajado y sonriente, demasiado sonriente. Mis ojos cerrados mientras una mano se agarraba a la nuca de mi acompañante. El estómago se me contrajo y me tapé la boca, intentando controlar las náuseas que se habían apoderado de mí. ¿Quién había hecho aquella foto? ¿Por qué la había hecho? ¿Qué ganaba con todo aquello? Mis manos empezaron a temblar sin control. Bajé la imagen hasta taparla contra mi rodilla. Fue entonces cuando me fijé en que había algo escrito en la parte de atrás con rotulador negro. Unas letras finas y torcidas se extendían a lo largo de la blanca superficie. Sin alzar el papel para que los chicos no pudieran ver qué tenía entre mis manos, leí lo que ponía. El corazón se me detuvo durante un segundo que se me hizo interminable. Los ojos se me anegaron en lágrimas, pero intenté contenerlas, no quería que los chicos me vieran llorar. Me froté los ojos con el dorso de la mano y volví a leer las letras en negro:

Los chicos deberían saber qué es lo que haces a sus espaldas. ¿Saben realmente con quién están? Aléjate de ellos ya. O esta foto saldrá a la luz.

CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora