26: Porque te quiero demasiado

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(Corregido, SEP, 2021)

Joselyn

Las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas. Lloro como hace mucho no lloraba.

Estoy derramando un mar de lágrimas mientras me muevo de un lado a otro en esa sala de hospital; mis altos tacones resonando sobre el suelo, y apretando contra mi nariz la tela de su saco en busca de que sentir su olor me tranquilice un poco, pero no logro conseguirlo. Es imposible.

Estoy agonizando de dolor y angustia. El corazón está doliendo tanto dentro de mí que lo siento a punto de reventar y volverse cachitos. Realmente lastima. El miedo que siento provoca que toda la sangre de mi cuerpo se mueva violentamente tras mis orejas. Mi desesperación es cada vez más grande y siento que voy a morirme, mi cuerpo no para de temblar debido a mis sollozos. El dolor por dentro me está matando.

Mi Ethan.

Ethan está siendo atendido ahora. Hace más de cuarenta minutos que lo metieron en esa sala de urgencias y nadie sale a decirme nada y me estoy tirando los cabellos y suplicando para que él esté bien. Aunque, todo pinta que no fue grave. El disparo que recibió fue en el hombro, cayó al suelo por el impacto al recibir algo que claramente no estaba esperando. Me asusté tanto.

En ningún momento perdió el conocimiento del todo y mientras lo trasladaban desde mi casa hasta acá en la ambulancia mantuvo sus ojos muy abiertos—es un hombre muy fuerte—me miraba a los ojos y me pedía no llorar, diciéndome una y otra vez que estaría bien, pero yo no podía dejar de hacerlo, lloraba por él, por el dolor que sentía al verlo herido y sus esfuerzos por parecer fuerte para no asustarme, pero también lo hacía porque yo soy la única culpable de esto. Yo y nadie más que yo lo tiene ahora en esa sala de urgencias con un disparo que él no se merecía.

Dante, esa escoria maldita cumplió con su amenaza y no tengo ninguna duda de que fue él. ¿Quién más podía ser? Obviamente nadie más que ese enfermo. Y es mi culpa porque si yo me hubiese alejado de Ethan tras su amenaza esto no estaría pasando. Aun con lo doloroso que esto podía ser tanto para uno como para el otro, debí no ser tan egoísta y alejarme.

Dios, esto es tan duro.

Coloco ambas manos contra la pared blanca del hospital cuando mis piernas ya parecen no querer sostenerme. Las siento adoloridas después de casi una hora dando vueltas en esa sala de espera sin parar, pero no quiero sentarme. Solo quiero saber que Ethan está completamente fuera de peligro, por favor, solo eso pido.

Nunca me imaginé pasar por algo como esto: un enfermo acosándome de esa madera. Conocí hombres que se obsesionaron conmigo, pero ninguno llegó a tal punto, aterrorizarme tanto que siento que me puedo volver loca en cualquier instante porque no sé cómo carajos frenarlo. No lo sé.

Maldito seas Dante Hamilton.

— ¿Familiares del señor Ethan Forter? —Escucho el llamado de ese doctor y en seguida me acerco corriendo hacia él, casi a trompicones.

—Yo soy su novia —intento hablar sin ahogarme con mis propio llanto, calmándome—. ¿Cómo está él, doctor? ¿Está bien?

El hombre de edad avanzada, me da una mirada cálida.

—Por fortuna sí, señorita. —Solo escuchar eso mi corazón siento un soplo de aire que disminuye un poco de dolor en mí—. El disparo que recibió solo alcanzó su hombro izquierdo, por lo que afortunadamente no tocó ningún órgano que pudiese atentar contra su salud. Sacamos la bala y el paciente está completamente fuera de peligro, descansa estable.

Suspiro aliviada.

— ¿Puedo verlo?

El doctor asiente.

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