22. Gracias, Dios.

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Eric.

Tae trata de cubrir su boca con ambas manos cuando inclino la lata de crema batida sobre su abdomen y la aprieto dejando salir un rastro sobre su piel, todo el camino desde su pecho hasta el comienzo de sus bragas. Hecha la cabeza hacia atrás y cierra sus ojos, apretando los parpados con fuerza, sus manos se adentran en mi cabello con me inclino sobre él para lamer el rastro de crema batida. En cuando mi lengua choca contra su piel, él suelta un gemido tembloroso y aprieta su agarre en mi cabello, levanto la mirada y noto que se está mordiendo el labio. Sonrío lleno de satisfacción mientras continúo deslizando mi lengua por su piel, deshaciéndome del dulce sobre ella. Cuando llego a la línea de sus bragas, las tomo con mis dientes y las levanto un poco. Él suelta una pequeña risa seguida de un suave gemido, pero sus ojos me miran con intensidad.

Un sonido en la puerta me interrumpe, alguien está golpeando.

—¿Eric? —escucho decir a Gerard—. Si tu amigo y tú quieren almorzar, ordenamos comida china, hay mucho para todos, bajen antes de que se enfríe.

—Oh... ¡Claro, gracias! —exclamo—. Vamos en un segundo.

—De acuerdo —oigo los pasos de Gerard alejarse de la puerta y me levanto entonces, resoplando con disgusto por tener que alejarme de Tae.

—Y nosotros que nos adelantamos al postre —murmura Tae soltando una leve risa mientras encuentra sus pantalones—. Estúpidas bragas, me están rosando, ugh —se queja al tratar de ponérselos—. La desventaja es que tampoco puedo usarlos sin nada abajo.

—Podrías haber traído la falda y evitarte todo esto —le reprocho mientras trato de encontrar mi camiseta—. Pero no, tenías que vestirte como si fueras a hacer la comunión.

—Oye, cállate ¿Quieres? Es la única ropa de chico normal que tengo —él me patea en el trasero levemente—. Además, sí traje la falda y un conjunto genial de lencería que compré hace poco y quería mostrártelo pero tus compañeros están metidos aquí y no voy a tener sexo con ellos presentes, sabes cómo eso siempre termina.

—¿Tu vecino aun cree que se cometió un homicidio en tu casa? —pregunto, recordando la última vez que nos divertimos mientras sus padres no estaban.

Él me había invitado a su casa a pasar la noche porque sus padres estarían en un viaje a Phoenix durante las vacaciones y habían confiado en él para dejarlo solo. Nos pusimos un poco intensos mientras estuvimos allí y su vecino, un señor bastante nervioso, llamó a la policía porque pensé que estaban torturando al pobre chico Webber, que se había quedado solo. Fue incómodo cuando los policías interrumpieron en casa y nos encontraron en la sala. Fue aun más incómodo cuando nos interrogaron mientras estábamos desnudos y envueltos en sabanas y convenientemente sus padres volvieron en ese momento; su madre no estaba mirándome con buenos ojos y cuando mis padres fueron llamados para recogerme, papá me dio un golpe en la cabeza y me llamó Xavier. Taesung tiene terminantemente prohibido desde ese día quedarse solo en casa. Y respecto al señor Tulip, su vecino... creo que va a mudarse.

—El señor Tulip ni siquiera puede verme a los ojos luego de eso —Tae hace una mueca—. Él pensaba que yo era una chica.

Me echo a reír mientras me abrocho el cinturón, luego volteo y lo encuentro limpiando el resto de la crema batida con mis pañuelos. Cuando vuelve a mirar dentro del cajón del que los sacó, frunce el ceño y mete la mano un poco más profundo antes de sacar una tira de condones nuevos y un envase mediano de lubricante. Él me mira alzando una ceja, yo me encojo de hombros. Me preparé especialmente porque él venía. Vuelve a meter la mano y luego saca un par de fotos polaroid que nos tomamos juntos en las vacaciones. Entre ellas hay un par de fotos suyas subidas de tono. A él le encanta el show de verse a sí mismo siendo sexy y provocarme enviándome ese tipo de cosas.

El desastre de Ty |Payson 3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora