Estaba recostado bocabajo en su cama, un documental de la revolución industrial se mostraba en el televisor colgado en la pared, ya estaba a nada de caer dormido.
—En aquella primera etapa de la Revolución Industrial, la luz eléctrica, el gas y el transporte público...
Sentía un poco de baba en su mejilla, trató de mover su mano para quitarla pero fue inútil, tenía demasiada pereza.
—Al mismo tiempo se produce un fuerte aumento demográfico, a consecuencia de la elevada natalidad y el descenso de la mortalidad catastrófica, dado que se produjeron...
Cerró sus ojos, el sonido del televisor se volvía cada vez más lejano. Se sentía realmente relajado.
—¡Xingxing! —"No ahora".
No se movió ni un poco y calmó su respiración tratándo de crear la ilusión de que estaba durmiendo.
El sonido de pies golpeando el piso se detuvo, solo se escuchaba la voz del narrador del documental, no sabía si sentir miedo o felicidad.
Segundos después algo pesado cayó sobre él quitándole el aire, la escandalosa risa de Jongdae le hizo saber que lo que estaba sobre él era el cuerpo del contrario.
—¡Kim Jongdae! —gritó como pudo mientras se movía como un gusano sobre la cama tratando de quitarlo de encima.
—Xingxing~ —cantó alegremente.
Supo que tendría que pelear durante un buen tiempo antes de ser liberado cuando sintió unos brazos aferrarse a su cuello.
—¡Suéltame!
—¡Nunca! Me aferraré a ti como una sanguijuela.
Luego de muchos suéltame y estaremos juntos para siempre Yixing fue liberado.
Ambos se encontraban, ahora, recostados sobre el piso gracias, a que en un intento de escaparse, Yixing trató de rodar para terminar sobre Jongdae, fallando al caer en el piso con su amigo aún sobre él.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Yixing, Jongdae jugaba con su cabello.
—Mamá me mandó al supermercado.
—¿A qué?
—A comprar un automóvil, ¿Cómo que "a qué"? —Jongdae soltó el cabello del contrario para darle suaves golpes en la cabeza como un dueño a su perro —no sé si eres tonto o te haces.
Alejó la mano sobre su cabeza—Lo mismo para ti.
Jongdae se puso de pie, estiró su mano en su dirección.
Yixing no entendió aquello —¿Qué?
—Vamos al supermercado.
—Te mandaron a ti, no a mí.
—Te compraré algo. —la sonrisa que puso le recordaba a un gato, eso no era buena.
—Ejemplo... —habló con miedo.
—Esas gomitas de gusanitos que tanto te gustan.
Suspiró aliviado —No me convence.
Dae llevó uno de sus dedos a sus labios—Y... que tal un sandwich de helado.
—Sigues sin convencerme. —se sentía orgulloso por no ceder.
—¡Oh vamos! —se arrodilló, juntó sus manos como si fuera a rezar —acompañameee~ —un puchero —por favor, por favorcito.
Unos ruegos más tarde y una promesa de que al acompañarlo obtendría un paquete de brownies, se rindió.
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