Capítulo 13

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Estoy súper nerviosa, no tengo ni idea de cómo tengo que actuar con Jennifer, después de la otra noche. Supongo que estaremos como siempre. Quedan sólo 30 kilómetros para llegar. Pienso en su sonrisa prepotente, y me sale una sonrisa de tonta. 15 kilómetros… Joder, ¡necesito llegar ya! 5 kilómetros.

Cuando llego al pueblo son las siete de la tarde. Pensaba que me iba a dar algo contando los kilómetros que faltaban. Hace una tarde de otoño preciosa, el sol se está poniendo, de modo que deja todo el cielo pintado de tonos rosas y naranjas. Giramos la esquina de mi calle, y Jennifer está sentada en mi patio, esperándome. Me recorre una sensación de felicidad, y me vuelve a recorrer esa corriente eléctrica por todo el cuerpo. Vaya. Si ella supiera cómo me hace sentir…

Bajo del coche de un salto, con una sonrisa enorme en la cara. Ella se levanta rápidamente, y corre hacia mí, devolviéndome la sonrisa. Nos fundimos en un abrazo con olor a vainilla, y no hay otro sitio en el que quiera estar. 

-Ni se te ocurra volver a irte tanto tiempo - me susurra al oído. Es su modo de decir que me echa de menos, y yo estoy muy feliz. Joder, Emma, deja de sonreír.

-Yo también te he echado de menos, Jenn. - Se aparta de mí y me rodea solo con un brazo, de modo que me puede ver la cara, y yo a ella la suya. Es preciosa: está aún bronceada, y se ha pintado la raya del ojo, que le resalta más esos ojos oscuros que tiene. Lleva unos pendientes de aro rosa, y el pelo lo lleva suelto. 

Entramos en mi casa aún medio abrazadas, y me acuerdo de la mañana que dejé a Samuel. Mi madre no está en casa, y mi padre me ha bajado las maletas del coche y se ha vuelto a ir, así que tenemos la casa para nosotras. Para hablar, claro. Subimos a mi cuarto, y me pongo a desempaquetar la poca ropa que me llevé a la ciudad.

-Bueno, y ¿qué tal por aquí? Algo nuevo? - Jennifer ya ha dejado de abrazarme, y ahora está sentada en la silla del escritorio, mirando cómo deshago la maleta.

-Lo de siempre, Em. Aunque no ha sido igual sin ti - me dedica su sonrisa prepotente. Creo que sabe lo que esa sonrisa provoca en mi, porque últimamente no ha dejado de ponerla.

- Esto… te he traído algo de la ciudad - me he olvidado por completo del regalo que le compré a Jennifer.

-Ah, ¿si? - dice, emocionada. Se sienta a mi lado y me mira, expectante, con una sonrisa tonta en la cara.

Saco de la maleta las dos pulseras rosa fosforito con las letras BFF grabadas en una placa de metal, también fosforito. Me costaron caras, pero son preciosas. Al verlas, abre ligeramente la boca, sorprendida. Me mira con una expresión indescifrable.

-Gracias, Em. Significa mucho - consigue decir, con un hilo de voz. Dios, está a punto de llorar. Me abraza fuerte, mientras me llena la mejilla de besos. - Te quiero.

-Y yo a ti.

-Venga, deja que te ayude con eso. - Se estira en la cama para coger unos pantalones, y la camiseta se le sube un poco, dejando ver su piercing del ombligo. Concéntrate, Em. Tenéis que hablar.

Acabamos de deshacer la maleta juntas, entre risas. Está siendo una tarde perfecta. Con Jennifer todo es tan fácil como respirar, es como si cuando estuviera con ella, no necesitara nada más. Y no lo necesito. Se ha hecho de noche, y no parece que vayamos a hablar de nada.

-¿Quieres cenar algo? - Le digo, con la esperanza de que se quede. Ella mira el móvil para ver qué hora es.

-Dios, es muy tarde, Em. No puedo quedarme. - Dice, con tristeza.

-Bueno, pues te acompaño bajo.

Bajamos en silencio las escaleras de mi casa, conscientes de que esta tarde de reencuentro se ha acabado. Han quedado tantas cosas por decir… Cuando llegamos bajo, abro la puerta, y me apoyo en el marco, mirándola.

-Siento no haberme despedido de ti cuando me fui.

-El otro día, cuando me fui de aquí por la mañana, se me olvidó darte algo, y tampoco te lo pude dar antes de que te fueras a la ciudad. - De repente parece nerviosa, y me mira con esos ojos tan profundos.

-¿El qué?

-Esto. - Da un paso hacia mí y me planta un beso rápido, pero tierno. Se aparta para ver mi reacción, y yo creo que estoy en shock. 

Le cojo de la nuca acercándola a mí otra vez, y le devuelvo el beso. Nuestras lenguas se entrelazan, y me vuelve a recorrer esa sensación tan agradable. Ella me coge de la mandíbula, acariciándomela con el dedo pulgar. Las dos tenemos ya la respiración entrecortada. Luego se aparta, dejando ver su sonrisa prepotente y sus ojos oscuros, y me dice:

-Buenas noches, Em. - Sin dejar de sonreír baja las escaleras de mi patio, y se va.

Y yo me quedo en la puerta de mi casa con cara de tonta y una sonrisa en los labios. ¿Por qué no ha hecho eso antes, joder?

The way I feel about her. (Parte 1)Where stories live. Discover now