Capítulo: 10 "Presentaciones incómodas"

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Sigo el mapa con la mirada y localizo el aula 23 en la planta baja, donde se impartirá mi clase de matemáticas. Respiro hondo y camino sin mirar a nadie, sintiendo las miradas curiosas que me recorren a medida que avanzo.

Cuando entro al aula, un murmullo sutil llena el espacio. Algunas miradas se clavan en mí y un nudo se forma en mi estómago. No es fácil ser la chica nueva.

El aula es espaciosa y moderna, con grandes ventanales que permiten que la luz natural bañe los escritorios de madera oscura. Las paredes están decoradas con gráficos matemáticos y ecuaciones complejas. Pocos estudiantes han llegado aún, y noto un grupo pequeño de chicos que me observan con atención, como si analizasen cada uno de mis movimientos.

Ignorando la incomodidad, camino hasta la última fila y tomo asiento. Saco mi teléfono y abro los chats de WhatsApp.

Un mensaje de Robert aparece en la pantalla:

"Recordé que mientras dormía yo, tú entrarías al instituto. ¡Buena suerte, bebé!"

Sonrío al instante, sintiendo mi corazón latir con fuerza.

Abro la cámara sin importarme las miradas curiosas y me tomo una foto, mandándole un beso.

"¡Gracias, cariño! Me siento tan extraña con este uniforme… pero al menos atraigo muchas miradas. ;)"

Escribo con una sonrisa traviesa antes de bloquear el teléfono.

Más estudiantes comienzan a llegar y, poco después, entra una mujer con el cabello rizado y una sonrisa dulce. Se coloca frente a la clase con una actitud amable y acogedora.

—Bienvenidos, chicos. Para los que no me conocen, soy la profesora Eun Suni y estaré a cargo de la clase de matemáticas. ¿Hay alguien nuevo en el grupo que quiera presentarse?

Oh, no... Estoy en problemas.

Antes de que pueda reaccionar, un chico a mi lado levanta la mano.

Lo miro con atención. Hay algo en sus rasgos que lo hace diferente. No se parece a la mayoría de los chicos que he visto desde que llegué.

—Aquí hay una chica nueva. —Dice señalándome con el dedo.

Las miradas de todos recaen sobre mí.

Pero antes de que pueda hacer algo, la puerta se abre de golpe.

El murmullo en el aula aumenta. Hay una extraña tensión en el aire, como si todos esperaran algo.

Chung Hee está parado en el umbral, con una expresión despreocupada.

—Un poco tarde, señor. Puede tomar asiento. —La profesora le indica su lugar y él avanza sin prisa, sentándose justo delante de mí.

—Bien, querida. Ven aquí para presentarte. —La profesora me sonríe con amabilidad, pero mi estómago se revuelve.

Camino hasta el frente y echo un vistazo al chico que me delató. Su sonrisa arrogante me resulta irritante.

—Soy Jenna Peterson, soy de Estados Unidos. Y...

—Vaya, una estadounidense. Ya tenemos con qué entretenernos, chicos. Dicen que las americanas son muy alocadas, ¿cierto? Esto se pondrá interesante. —Su tono es burlón mientras cruza los brazos y me recorre con la mirada de arriba abajo.

Qué estúpido.

—Por favor, respeten a su compañera. —Interviene la profesora con calma. Luego me mira y asiente para que continúe.

Respiro hondo y lo observo con frialdad.

—No todas las personas son iguales. Esos son prejuicios tontos. Primero deberían conocer a alguien antes de clasificarlo. —Digo con firmeza, sintiendo la irritación crecer en mi interior—. Es todo, profesora.

Un Par De Lunáticos Coreanos Where stories live. Discover now