Capítulo: 46 "Revivir lo pasado"

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Después de desayunar, dejo a Robert y a mamá conversando en la sala. Chin Hwa tuvo que salir temprano por trabajo, y Dae Hyun desapareció en su habitación mucho antes que yo.

¿Qué se supone que debo decirle a Robert?

"Me alegra que estés aquí." "¿Para qué viniste?" "¿Qué somos?"

Todo esto es demasiado caótico.

Camino de un lado a otro por el pasillo, incapaz de calmar mis pensamientos. Robert en Corea… es lo más extraño que podría haber pasado, y aún más cuando siento que hay una tensión incómoda entre nosotros.

—Vas a desgastar la alfombra —comenta una voz despreocupada.

Levanto la mirada y veo a Dae Hyun recargado contra la puerta de su habitación, observándome con curiosidad.

—¿Él es tu novio?

—Sí… —respondo sin entusiasmo, desviando la vista y caminando hacia el balcón al final del pasillo.

Dae Hyun me sigue y se coloca a mi lado, recargándose contra la pared.

—Parece que no estás muy contenta —dice, analizando mi reacción con calma.

—¿Cómo puedes saber eso? —pregunto a la defensiva, retomando mi paseo inquieto por el pasillo.

—Es demasiado obvio —se encoge de hombros—. Si estuvieras emocionada, estarías brincando o sonriendo como siempre lo haces. Pero ahora… eres una Jenna completamente diferente a la que estoy acostumbrado a ver.

Su tranquilidad me irrita y me da envidia al mismo tiempo.

Suelto un suspiro pesado y me recargo junto a él.

—No debió venir —confieso en voz baja—. Estoy… aturdida, me siento extraña.

Dae Hyun permanece en silencio por un momento antes de suspirar.

—Supongo que no puedes decirle eso a él —responde con tono neutro—. Viajó desde el otro lado del mundo solo para verte, no sería muy cortés de tu parte. Tendrás que arreglar todo esto, Jenna.

Lo miro de mala gana.

—Gracias, me haces sentir mucho mejor —comento con sarcasmo.

—No te diré lo que quieres escuchar, solo soy directo —me da una palmada en el hombro antes de girarse—. Me voy al instituto.

—¿Para qué? —pregunto, bloqueándole el paso.

—Tengo clase de francés —dice sin interés. Luego, sin esfuerzo, me toma de los hombros, me hace a un lado y se dirige a su habitación.

Resoplo y camino hacia la mía. Al entrar, cierro la puerta y me recargo contra ella, cerrando los ojos por un momento.

Mi teléfono comienza a sonar, y dejo escapar un quejido antes de tomarlo de la mesita de noche. Ni siquiera miro quién llama antes de contestar.

—Hola… —digo sin ánimos.

—Hoy alguien no está de buen humor. ¿Es por la cerveza de ayer? ¿Quieres que te lleve medicamento? —La voz de Chung Hee me hace recuperar el aliento.

—Chung Hee, estoy en problemas —me quejo, dejándome caer en el suelo de madera.

—¿De qué hablas?

—Robert… está aquí. En mi casa.

Hay unos segundos de silencio antes de que responda.

—Eh… ¿Cómo te sientes?

Un Par De Lunáticos Coreanos Where stories live. Discover now