Me dirijo al área de entrenamiento de esgrima, un pequeño pabellón dentro de la academia.En la entrada, una mujer de mediana edad está sentada detrás de un escritorio, sorbiendo ramen humeante de un tazón de cartón. Apenas me ve, hace una mueca de desagrado.
—¿Qué necesita? —pregunta con evidente desgano, sin apartar la vista de su comida.
Respiro hondo y trato de sonar lo más educada posible.
—Buen día. Vengo porque soy parte del grupo de esgrima.
La mujer frunce el ceño y teclea algo en su computadora.
—¿Jenna Peterson?
Asiento.
Sin más, me extiende una hoja con mis horarios y una llave metálica.
—Los vestidores de chicas están a la derecha. Tu casillero es el número de la llave. Allí encontrarás tu uniforme.
Y, como si yo ya no existiera, vuelve a concentrarse en su ramen.
—Gracias… —murmuro antes de alejarme por un estrecho pasillo iluminado con luces frías.
A lo lejos, una puerta gris tiene un letrero que dice Vestidores – Damas.
Empujo la puerta y entro.
El lugar es amplio y moderno, pero está completamente vacío.
Abro el candado plateado de mi casillero y saco el uniforme que se encuentra doblado dentro.
Con rapidez, me quito la ropa, dejando solo un short blanco y una blusa de tirantes.
Me coloco primero la coraza protectora, luego la chaqueta blanca acolchonada, asegurando los broches con firmeza. Me ajusto los pantalones de tirantes, me pongo las calcetas blancas hasta la rodilla y las botas de goma, diseñadas para adherirse a la superficie y evitar caídas.
Finalmente, me coloco el guante protector, me hago una trenza francesa y tomo mi florete y careta.
Guardo mi uniforme y mi bolso en el casillero antes de salir.
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Camino por un largo pasillo de pisos pulidos hasta llegar a una puerta corrediza de cristal.
Al cruzarla, noto que todos los alumnos están sentados en las gradas.
Y sí… tal como lo sospechaba, soy la única chica aquí.
De pronto, una voz grave me llama.
—Jenna, ¿qué haces aquí?
Giro la cabeza y veo a Chung Hee de pie frente a mí, con la misma vestimenta de esgrima.
—Pues vengo a la clase. —Digo con obviedad, mirándolo fijamente.
Chung Hee frunce el ceño.
—No creo que sea buena idea que estés aquí…
Cruzo los brazos con desafío.
—No tengo miedo de nada. No te preocupes.
—No es eso… —Suspira, con un tono más bajo—. ¿Quieres pasar desapercibida, cierto?
Asiento, aunque no entiendo a dónde quiere llegar.
—Pues no lo harás si te quedas aquí.
Su mirada se torna más seria.
—Dae Hyun también está en esta clase.
Siento un escalofrío recorrer mi espalda.
Trágame tierra y escúpeme en el pasado para no haber escogido esgrima.

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Un Par De Lunáticos Coreanos
Teen Fiction¿Por qué todo el mundo ama Corea del Sur? Jenna Peterson siempre se lo preguntó. La vida de esta rubia problemática cambia por completo cuando su madre se casa por segunda vez, pero el "pequeño" problema es que es coreano, lo que significa para ell...