Blitz

Parte 49

Nacho descansó un rato en el departamento de Marisa, merendó algo con ella y Vanesa y luego se fue a visitar a Dante, antes de irse a casa de sus padres; mientras tanto, ella llamaba a Martín para avisarle que ya había llegado a casa, con el propósito de que él no fuera a sospechar algo al ver aparecer a su hermano casi a la misma hora. En cuanto la supo en su departamento, insistió en pasar a verla, al menos para compartir un café y conversar un rato, y Marisa no halló manera de evitar tener que recibirlo ; mientras esperaba a que el hermano de su "futuro esposo" llegara, se puso de acuerdo con Vanesa para que no los dejara solos por nada en el mundo.

- Bueno, cuéntame... ¿qué tal tu paseo? - preguntó Martín mientras Marisa servía café.

- Muy bueno - respondió ella, sonriendo al recordar los días pasados con Nacho - Buen clima, un poco de calor excesivo, pero... pasé unos días increíbles, además de hacerme mucho bien estar alejada de todo; me hacía mucha falta desconectar del mundo.

- ¿Fuiste a casa de tus parientes? - él intentó averiguar dónde había estado, solo por curiosidad.

- No... Alquilé un departamento en la playa - Marisa miró a Vanesa y le hizo una seña, para que no fuera a ponerla en evidencia - Ya lo tenía reservado desde antes, para ir con Vane; pero...

- Mi jefe me canceló la semanita de vacaciones a última hora - agregó la amiga, siguiéndole el juego para engañar a Martín.

Estuvieron conversando hasta poco después de acabarse el café y, con la excusa de que estaba cansada por el viaje y que al día siguiente había que madrugar, Marisa comentó que no veía la hora de meterse en la cama, dándole a entender a Martín que ya era hora de que se fuera, sin resultar demasiado chocante; en verdad, se sentía cansada, el viaje había sido largo y el clima sofocante, pero lo que más le pesaba eran sus pocas ganas de dar a Martín oportunidad de intentar un acercamiento romántico. Para no ser tan evidente, cuando él anunció que ya se iba, se ofreció a acompañarlo hasta el elevador, momento que Martín aprovechó para besarla sin que ella pudiera evitarlo.

- No quiero parecer pesado, pero... te he extrañado - le susurró mirándola a los ojos; ella le sonrió, y apoyó la cabeza en su hombro por un momento, más que nada para evitar que él volviera a besarla - Es mejor que me vaya, te ves muy cansada...

- Lo estoy - dijo Marisa separándose un poco - El viaje estuvo agotador, y el calor... ufff...

- Ve, come algo y métete en la cama; mañana nos vemos en la oficina - Martín le dio un beso en la frente y entró al elevador.

- Hasta mañana... - el saludo de Marisa había sonado como si fuese una promesa, sobre todo por la sonrisa que le siguió, como si quisiera dar a entender que ella también esperaba a que llegara el lunes para verlo otra vez; en cuanto las puertas del elevador se cerraron, regresó adentro del departamento soltando un resoplido de alivio.

Vanesa preparó algo ligero para cenar y, mientras comían, Marisa le contó como le había ido con Nacho, hablándole sobre aquel lugar al que él la había llevado, y también sobre algunas de las cosas que habían conversado; ambas se fueron a acostar una media hora después de acabar de comer, aunque Marisa se quedó pensando un rato, antes de quedarse dormida. Con los anulares de ambas manos haciendo leve presión sobre el lagrimal de cada ojo y la cabeza apoyada sobre la almohada, la joven se decía que ya no soportaba más a Martín, que era hora de hacer un nuevo movimiento, y que éste debía ser definitivo; claro que existía el riesgo de que su negocio con Nacho quedara trunco, y hasta podía suceder que se viera obligada a renunciar a su puesto en la empresa, pero sabía que tenía un as escondido bajo la manga capaz de salvarla a última hora, y al mismo tiempo capaz  de ayudarla a derrotar a Martín tal cual se había propuesto.