Torcido.

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Mi tío, el herrero del pueblo, solía decirme que la vida es como el hierro. Nunca llegué a entender esa frase, a pesar de que él me lo explicaba con claridad: puede parecer dura, con un toque de calor y un buen golpe, puede torcerse de maneras increíbles. Todo esto mientras forjaba unas espadas y herramientas las cuales jamás he visto romperse. Cuando me miraba decía que veía en mí, en mi alma, un salomónico hecho en hierro. Me había torcido tanto y, aún así, había continuado hacia delante que me había convertido en algo precioso. Nunca lo vi en la realidad. Supongo que son de esas cosas que jamás podría entender. A pesar de todo, siempre lo he usado como mi lema, como estandarte. Más ahora con la guerra. Salomón entre mis manos, la mejor espada forjada por mi tío, y vestido con una de las mejores armaduras jamás creadas. No me gusta marchar al frente, aunque me siento protegido con todos estos factores. Por eso, tío mío, tu tumba tiene esta forma torcida. Ese salomónico. Ese hierro ardiente que fuiste para mí, perdurará en tu memoria con esta lápida. Muchas gracias por no haberte rendido conmigo. Te quiero. Te querré. Hasta luego. 

Inktober 2017, de La Maldición del Escritor.Where stories live. Discover now