Bienvenido Al Limbo

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Mientras mi mente analizaba lo que aquel hombre acababa de decirme, me fijé en que las paredes de la habitación estaban pintadas de rojo. Antes de que mi mente reaccionara, el hombre interrumpió mis cavilaciones.

-Me llamo Karl.

-¿C... Como...?

-Digo que mi nombre es Karl.

-A... Vale... No, pero... Espera... donde has dicho que estoy?

Karl se sacó las gafas del bolsillo junto con un pequeño pañuelo de seda y suspirando se puso a limpiarlas delicadamente como si se tratara de un objeto de mucho valor. A lo mejor, para él, sí lo era.

-Mira chico, sé que esto no es fácil, sobretodo cuando uno es tan joven... pero si te niegas a aceptarlo será más difícil para todos- se puso las gafas con aire sereno pero cansado y se froto las sienes mientras yo lo miraba expectante- Algún día tendrás que aceptar que estás muerto.

Por un momento, pensé que me iba a desmayar, ya que todo empezaba a cobrar sentido. A lo mejor sí que aquella terrible pesadilla era real. Solo había una manera de averiguarlo: escaparme de ese horrible lugar! 

Quando percibí que aquel hombre iba a continuar su extraño relato, me armé de valor y me abalancé hacia él para apartarlo de la salida, pero lo que me encontré a continuación fue mucho peor: el vacío, la nada. Es complicado describir el vacío si no lo vés con tus propios ojos, pero es como ver un blanco sin fin, y eso debajo de tus pies! Bueno, en realidad, os he mentido cuando he dicho vacío, ya que este estaba repleto de puertas (del mismo tamaño y grosor que la de mi habitación) que flotaban por todas partes, ofreciendo la maxima resistencia a la ley de la gravedad. A estas alturas, la única explicación posible era que todo aquello aún formaba parte del sueño.

-No vas a llegar a ningún sitio tu solo, chico. Esta es la recepción; aquí están situadas las treinta mil puertas de entrada al limbo. Solo yo puedo sacarte de este lugar. Pero para ello tendrás que escoger una de las tres opciones que te ofreceré.

Mi cabeza empezaba a dar vueltas, y las palabras de aquel extraño ya solo eran simples murmullos.

-Quiero irme a casa, joder!!!- dije yo desesperado, empapado de lagrimas, viendo que el famoso truco de los pelliscos no funcionaba. Era la primera vez que estaba tan desesperado y frustrado. Estaba atrapado en mi propio sueño!

-A ver si te entra en la cabeza, chico! Ya no puedes volver a casa, vale?! Lo único que puedes hacer es tranquilizarte y escucharme.

Me senté en el marco de la puerta abatido; estaba demasiado casado para contestarle. Si realmente no era una pesadilla, lo único que podía hacer en aquellos momentos era escuchar lo que ese tal Karl me quería proponer, y a lo mejor, gracias a ello, podría salir de aquel espantoso lugar.

Crónicas De Mi MuerteWhere stories live. Discover now