Capítulo 23 (Final)

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Decodificador: Parte 2.

Bajo las escaleras como quien nunca quiere llegar a su destino, incluso paso la mano por el barandal cuando la mayoría de las veces casi me mato de la rápido que voy. Camino vacilante por el pasillo que lleva a la cocina y lo que escucho es tan familiar que siento mis hombros destensarse. Suelto un suspiro y entro a la habitación.

Mi papá se mueve con el ridículo mandil de flores que le di en el día de las madres cuando iba al jardín de niños. Tararea la misma canción que tararea siempre que hace huevos revueltos y frente a mi silla de siempre hay un plato con pan francés y leche con chocolate. Aprieto los labios y tomo uno de los panes solo por tener algo qué hacer.

Mastico con nerviosismo y recargo la cadera contra la barra. No tengo ánimo de sentarme.

—Quiero saberlo ahora.

—Oh, bueno días —dice mientras sonríe y me da un beso justo sobre el cabello. No me contesta nada, solo camina con su sonrisilla mañanera mientras se sirve el desayuno. Frunzo el ceño y mastico hasta que tengo una papilla en la boca.

—¿Me escuchaste siquiera? —pregunto tratando de que no suene a reproche, aunque tiene toda la intención de serlo.

—Claro —Maniobra con la taza de café en sus manos, el plato en otra y en el antebrazo otro plato con fruta—, pero te dije que tu sabrías cuando.

—Bueno, ahora es ese cuando —aclaro.

Se sienta y le da un lento sorbo a su bebida. Trato de que mi mueca indignada se borre antes de que me mire, pero es tarde.

—¿Segura? —El tono le cambia y la mirada se lo pone seria. Ya no hay sonrisa, pero no me da miedo, solo intriga. Frunzo el ceño y miro a otro lado.

—Quiero saberlo.

—Pero no estás lista para escucharlo —dice, como si completara mi oración, aunque no es nada el caso.

—Lo estoy, es ahora. —Alza las cejas y da otro trago al café. Dejo salir un suspiro, molesta y miro al techo mientras muevo la pierna, inquieta—. ¿Hablarás o qué?

—No lo creo.

Dejo salir un gruñido y siento el comienzo de una rabieta, pero el oportuno timbre suena. Le doy una última mirada a mi papá antes de dejar salir un suspiro, esta vez un símbolo de mi rendición.

—Iré a ver a Lydia, sigue en el hospital —Me acerco y con pesar le doy un beso en la mejilla—. Lo único que me tranquiliza de esto es que no eres un monstruo asesino, sino que te quede claro que justo ahora no te estaría hablando.

Suelta una carcajada, toma su postura relajada de nuevo y me lavo los dientes en lo que el timbre suena dos veces más. Salgo y me llevo las llaves del auto sin avisar. Creo que es lo justo.

Cierro la puerta con seguro tras de mí y cuando miro a un lado ahí está Scott, sentando en las escaleras del porche.

—¿Sabes algo sobre ella? —indago de inmediato.

—Stiles ya está allá, nos está esperando —Asiento y me pongo de pie para comenzar a caminar al auto. Le quito la alarma, pero antes de llegar a la puerta me jalan por la muñeca. Por la fuerza del movimiento termino estampada contra el pecho de Scott y tengo que recordarme a mí misma que ya no es (tan) patético caer derretida en sus brazos. Sonrío con los labios sellados—. Tú no... no olvidas lo... ya sabes, el... el baile —Comienzo a temblar para reprimir la risa y él me mira entornando los ojos. Finalmente suspira y al hacer eso su aliento cálido y mentolado me roza los labios. La risa se me extingue—. No olvidaste lo del baile, ¿verdad?

do you wanna something natural? | scott mccall | natural#1Kde žijí příběhy. Začni objevovat