Daniela se enamora

Capítulo 7

Me quede parada ahí, paralizada justo frente a Fabián. Los nervios me estaban matando y mis manos empezaron a sudar.

¿Por qué necesariamente tenia que venir acá? Yo podía haberle pasado una hoja con la resolución del problema, pero...

No sabía que decirle.

Él me miraba fijamente.

Hasta que noto la presencia de mi mamá y todo vuelve a la realidad.

—Dani. —me llama mi madre.

Abro la boca para hablar, pero Fabián me interrumpe.

—Señora Morgan he venido para que Daniela me explique la pregunta seis de química.

—Oh, ¿Dani dando clases? —pregunta mamá sarcásticamente. — Bueno espero que la entiendas.

Se ríe y luego se va a la cocina.

—Traeré mi cuaderno. —informo y subo corriendo las escaleras.

Cuando vuelvo observo a Fabian sentado en el sofá de la sala con los codos apoyados en sus rodillas y la cabeza gacha.

Él siente mi presencia y se para rápidamente. Se acerca y a mí, y por un momento temo de él.

Es demasiado alto y seguro en lo que hace, o eso parece.

—Bueno... —empiezo. — Aquí está el ejercicio. —digo abriendo mi cuaderno y buscando el ejercicio número seis. —No se me da bien explicar así que puedes copiarlo.

—Yo entiendo a cualquiera, seguro lo hago contigo. —sonríe. Y se acerca aún más.

No no no no

—Ah...

Posa una mano en el cuaderno y mira el ejercicio unos segundos hasta que yo también me acerco un poco, luego el levanta la vista y nuestros ojos se encuentran.

Siento un hormigueo en todo el cuerpo. ¿Qué es lo que siento? ¿Por qué Fabián me pone tan nerviosa?

—Chicos, ¿quieren algo de comer? —pregunta mamá desde la cocina. Rápidamente salgo del trance que tienen los ojos de Fabián y respondo:

—No...

—¡Claro que sí, señora Morgan! —me interrumpe Fabián.

—¡Está bien! —responde mamá.

Él voltea a verme. Y yo lo miro perpleja. Mis mejillas están rojas y mi cuerpo arde de calor pues empiezo a sudar, de nuevo.

La mera presencia de un chico hace que me ponga así. Tan nerviosa. Como si entre él y yo pasara algo. No va a pasar nada. Solo será mi vecino y amigo, no, no lo creo. Solo vecino, al cual ni siquiera saludaré. Esto será lo último que sabré de él.

—Ya te explico. —le digo nerviosa. 

A la hora de la cena él ya se ha ido. Solo estamos mamá y yo, como siempre lo estuvimos.