15. Por fin

647 43 20
                                    

Poco a poco fue acercándose más a mí, sintiendo su calor corporal más cerca. Me costaba tragar, sentía el corazón como si se fuese a salir de mi pecho, notándolo latir por todas partes. Posó una de sus manos en lo alto de mi cuello, con su dedo pulgar acariciando mi mejilla, y no podía dejar de mirar como sus labios se iban acercando a los míos, deseando que los besara. No podía ni moverme. Estaba totalmente paralizada por él. Su cálido y dulce aliento comenzó a hacerse presente en mis sentidos, provocando que cerrase mis ojos viendo por último sus labios a escasos centímetros de los míos. Sentí como paraba, como jugaba con el roce de nuestras narices. Mis piernas parecían perder las fuerzas por segundos, mi corazón iba a salir por mis orejas ardiendo y en mis pulmones parecía no entrar del todo el aire:

- ¡Pablo!- oímos, a lo que él se separó de mí, suspirando.- ¡Pablo!- volvimos a oír. Obviamente, se trataba de Jackie y en pocos segundos apareció delante de nosotros, quedándose sorprendida al vernos allí, más bien al verme a mí, allí, tan cerca de él .- ¿Qué haces aquí con ella?- preguntó notándosela incómoda- Me dijiste que ibas a buscar tu teléfono al coche.

- Eso te dije, sí- le respondió él sin quitar su mirada de la mía, algo divertido.

- Pues si ya tienes tu teléfono ¿por qué no vuelves? Estábamos en un buen momento de la conversación- volvió a insinuarse delante de mí. A aquella chica no le importaba nada.

- Estabas- dijo Pablo girándose hacia ella refiriéndose a que sólo ella parecía estar pasando un buen momento.

- ¿Cómo?- preguntó extrañada.

- Nada...- suspiró Pablo- Estoy hablando con ella, Jackie.

- Tengo entendido que esta tía está en vuestro hotel. Puedes hablar con ella cuando quieras, conmigo solo puedes ahora y tengo cosas que decirte- casi ordenó.

La actitud de aquella muchacha era insoportable ¿Cómo podía tratar a la gente como si estuviesen bajo sus ordenes? Resoplé, para intentar no decir algo de lo que después me arrepintiese. Aunque me moría de ganas de decirle lo que pensaba, yo no era así. Pablo era el que debía decidir:

- Eso no importa-volvió a decir Pablo- estaba hablando con ella y nos has interrumpido. Y no solo eso, si no que encima exiges que deje de hacerlo para ir contigo. Ahora estoy aquí con ella, hablando con ella, y quiero quedarme aquí con ella- le soltó Pablo enfadado.

Ella le miró, con sus ojos bañados en rabia:

- ¿Prefieres a esta don nadie?- soltó ella mirándome casi con asco.- Te dije que no te metieras- escupió mirándome, dejando a Pablo extrañado.

- Mira... me voy.- dije yo apartándome de Pablo, molesta por la situación.- No tengo por qué seguir escuchando a una mal criada.

Caminé rápidamente, escuchando como Jackie me faltaba al respeto en francés llamándome cobarde, niñata e idiota entre otras cosas a las que no quise hacer ni caso. Estaba realmente cabreada y estaba dispuesta a salir, coger un taxi e irme al hotel. Fui hacia el guardaropas para coger mi chaqueta e irme. Ni siquiera quise decirles nada a los demás, ya les enviaría un mensaje, pues estaba segura de que se hubiesen ofrecido a acompañarme y ellos, a diferencia de mí, sí que lo estaban pasando bien y no queía a amargarles la fiesta. Me puse la chaqueta y cuando me giré para irme mientras que me colocaba el pelo me topé con el cuerpo de Pablo, otra vez:

- ¿Por qué no dejas de hacer eso?- le pregunté yo intentando sonar molesta, aunque no pude reprimir una sonrisa.

- Porque te hace sonreír- contestó él ayudándome a colocar mi pelo, cogiendo un mechón y poniéndolo rodeando mi cara.- ¿Nos vamos?

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora