25. Un regalo especial

555 39 16
                                    

Aparcamos cerca de la Torre Eiffel y cuando le vi sacar una bolsa con lo que parecía un mantel y tápers, adiviné que quería comer conmigo en un tradicional picnic parisino en los jardines de la reina de acero. La verdad es que hacía un muy buen día para un plan así, pues el sol brillaba con fuerza y la temperatura era algo más agradable que los días anteriores, por lo que la idea me fascinó. Cuando llegamos a la zona de los jardines, había bastante gente. En París era algo muy común hacer aquello y el buen día que hacía animaba a cualquiera a hacer planes como aquel. Cuando encontramos un espacio amplio en el que ponernos y estar más tranquilos, extendimos el mantel, colocamos los tápers encima y nos sentamos:

- Me has sorprendido, Pablito. – le hice saber.

- Me alegra oír eso, era mi intención.- dijo con una sonrisa en sus labios.- ¿Tienes hambre? He cocinado yo mismo.

- ¿En serio? ¡Me muero por probarlo, entonces!

- Sí, en el hotel de ahora tenemos una pequeña cocina así que he hecho lo que he podido.

Empezamos a abrir los tápers y había cocinado una apetecible ensalada, algunos filetes empanados, tortilla de patatas y una macedonia de frutas. Todo muy de picnic, apetecible y con muy buena pinta:

- Siento ser tan tradicional, pero no he podido innovar como me hubiese gustado- se disculpó.

- Está perfecto así. Hace mucho que no como tortilla y es una de mis comidas favoritas.

- Eso es malo. Vas a juzgarla- bromeó.

- Seguro que me encantará, tiene muy buena pinta.

Comenzamos a comer acompañándonos con una botella de vino de Borgoña que él mismo también había traído, uno de los mejores vinos de Francia. Comimos entre risas, tonteos y algún que otro beso y la verdad es que no recordaba haberme sentido nunca así con nadie. Tan cómoda, tan a gusto, tan feliz y tan yo misma:

- Escucha...- comenzó- Tengo una pequeña mala noticia.

- Dime- dije con algo de miedo.

- El próximo lunes tenemos que volver a España.

Un jarrón de agua fría pareció caer sobre mí. Quedaba menos de una semana para que se fuese. Más o menos ya sabía que no quedaba mucho para que ese momento llegara, pero el saber la fecha exacta me heló el alma:

- Pero no quiero que pongas esa carita- dijo él acariciando mi mejilla con dulzura- En nada es Navidad. Supongo que vendrás a España y voy a preparar algo especial para los dos.

- Bueno, sí... iré a España el día quince pero estaré en Barcelona, Pablo.

- Eso no me preocupa. Iré si es necesario o te vendrás a Málaga a conocer a mi familia. Seguro que conseguimos organizarnos para pasar tiempo juntos.

- ¡¿Qué?!- grité asustada- ¿Tus familia?

- Oh, sí, preciosa. Ya les he hablado de ti y están ansiosos por conocerte.

- Madre mía...- dije sintiendo el corazón acelerado- ¿Y si no les gusto?

Pablo rio, en una carcajada que se me contagió:

- Estoy seguro de que les encantarás, Henar. Ni tú misma sabes lo especial que eres y no solo para mí, si no que para cualquiera que pueda conocerte mínimamente.

Miré a Pablo, agradecida por sus palabras pero sin poder dejar de pensar que se iría en pocos días:

- No me gusta lo que estás haciendo con tus labios ahora- soltó confundiéndome.

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETAWhere stories live. Discover now