20. En las nubes

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Tan silenciosamente como pude entré en la casa, que estaba en el séptimo piso, y con la linterna del móvil encendida me dirigí a la habitación. Cerré la puerta, encendí la luz y me asusté incluso dando un salto hacia atrás al ver a Carla allí, medio dormida:

- Menos mal que has llegado...- dijo ella- Quería saber qué tal te había ido.- siguió bostezando y sentándose en la cama.

- Tonta... podría habértelo contado mañana.

- ¿Bromeas? Es demasiado apasionante para esperar.

Al final, pese a estar ambas cansadas, acabé por explicárselo todo. Ella me escuchaba fascinada, como si le estuviese explicando la historia más interesante del mundo y se alegró al saber que Pablo estaba dispuesto a esforzarse para que lo nuestro funcionase. Carla insistió en que quería conocerle antes de que se marchara, incluso confesó que había cotilleado en internet sobre su música y que pese a no entender lo que decía le había gustado y le había parecido muy guapo.

Aquella noche me fui a dormir con una enorme sonrisa en la cara y decidí al menos intentar no volver a cuestionarme qué pasaría de ahí en adelante. Ni siquiera siendo vecinos y viéndonos todos los días se podía saber qué podía pasar, así que lo único que quería era disfrutar de los momentos que iba a poder pasar con él, en disfrutar de sus besos y de sus abrazos, de sus bromas, de su sonrisa y de su mirada.

Al día siguiente me despertó Carla con un buen desayuno, llevándomelo a la cama para pedirme que la ayudase a preparar una de las asignaturas, que al parecer no se la había comenzado a estudiar aún y teníamos el examen el martes. Estuvimos gran parte de la mañana y también de la tarde con aquello, repasando todo el temario y explicándole las cosas que no entendía, aunque personalmente también me estaba yendo bien a mí para repasar, haciéndoseme más ameno que estando yo sola, leyendo y machacando como había hecho las últimas semanas.

Hacia las cinco y media de la tarde ninguna de las dos podíamos más y decidimos parar, aunque quedamos en hacer un último repaso sobre aquello el lunes por la tarde. Carla me dijo que quedaría para tomar algo con unas amigas y me invitó a ir con ellas, y aunque me apetecía le prometí a Pablo que si podía me pasaría por el estudio, además de que quería verles a todos. Las dos nos arreglamos un poco y salimos juntas de la casa, ambas diciéndole a su madre que seguramente no llegaríamos para cenar dada la hora que ya era.

Fui al estudio andando, pues no quedaba demasiado lejos de casa de Carla, a unos veinte minutos a pie, así que me puse los auriculares y caminé a paso ligera por las calles de la ciudad que me tenía enamorada. En poco más de lo que había calculado que tardaría, llegué al estudio y vi que había luz, así que deberían estar aún grabando. Llamé al timbre, me abrieron enseguida y cuando entré por la puerta sigilosamente después de subir las escaleras me encontré con que Pablo, Lolo, Jorge, Carlos, Porty y Antonio estaban grabando una de las piezas del nuevo disco que, tal y como me dijo Esperanza, se llamaba "Ahogándome en tu adiós". Se trataba de una balada preciosa aunque con una letra algo triste que Pablo vivía mientras la cantaba, como hacía con todas sus canciones. Su música cada vez me gustaba más y, pese a alejarse bastante de lo que solía escuchar, todo lo que transmitía al cantar y tocar y la calidad de los músicos que siempre le acompañaban hacían que me emocionase y disfrutase viéndoles y escuchándoles. Pablo cantaba con los ojos cerrados, viviendo cada una de las palabras y sintiendo cada una de las notas. En un momento en el que abrió los ojos me vio y sonrió, haciéndome sonreír a mí también:

- No sé qué es exactamente lo que hay entre vosotros, pero hacia tiempo que no veía a Pablo tan feliz.- me comentó Esperanza.

Aquello me hizo enrojecer y no pude hacer más que sonreír, aunque por suerte los chicos ya habían acabado la canción y comenzaban a salir del estudio. Fui saludándoles uno a uno, felicitándoles por el trabajo. Cuando salió Pablo, el último, nos miramos durante unos segundos, sonrientes, y nos abrazamos bajo la atenta mirada de los demás. Hubiese sido algo incómodo para mí si me hubiese besado allí con todos mirándonos:

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora