04: Amor de pendejos (I)

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     Narra Amanda.

      Pude superar lo último que Morgan dijo sobre mí, al pasar el tiempo. Solía leer libros, los devoraba, uno detrás de otro, desde Stephen King hasta Guillermo del Toro. Estudiaba, descubría nuevas cosas y simplemente, dejé de pensar en ello, o mejor dicho, en él. 

Cuando finalmente terminé primaria  supe que sin importar lo que hiciera, el tiempo se pasaría volando, y así fue como llegué a los 12 años. Cursaba primer año en secundaria, en donde al parecer, a casi nadie le importaba el cómo era, por lo que sentía algo de paz. Físicamente solo cambiaba que era un poco más alta que antes, además de que mis pequeños senos lucían un poco más grandes. 

Caminaba sobre el suelo de los pasillos de la secundaria junto con mi nueva amiga llamada Marta, cuando de pronto nos tropezó con fuerza mi mejor amigo. Sí, el mismo Mateo. Lo habían inscrito a la misma secundaria que a mí, nada planeado. Nuestras madres siempre estaban demasiado ocupadas como para ser amigas, y nuestros padres mucho más. Así que, lo único que quedaba de mi pasado era ese chico. Lamentablemente mis amistades femeninas habían sido aceptadas en otras secundarias, y Victoria, que era la más cercana, había abandonado el país, por lo que, perdí poco a poco el contacto con ella.

En ese año, Mateo estaba "enamorado" de una chica llamada Dalia, que, usaba lentes, pero no era nerd, por supuesto. Dalia era muy aplicada en sus estudios pero nadie la consideraba nerd porque era hermosa físicamente. Tenía cabellera castaña oscura larga, ojos color café claro, mestiza y delgada ¡En serio! a veces me daba la impresión de que los ángeles le revoloteaban a los costados cantando una perfecta canción de Elvis cuando me pasaba por el lado desprendiendo olor a manzanilla. 

Se podría decir que le tenía cierta envidia, pero solo porque desde mi punto de vista las cosas parecían ser fáciles para ella.

 —¿Qué haces Mat? —inquirió Marta molesta porque le causó un tambaleo.

—¡Oye, oye, oye! —refunfuñé—. Solo yo puedo decirle así ¿Okay? —A lo que ella después de fruncir el ceño asintió.

—Iré a la cantina para llevarle el desayuno a Dalia, es que tiene dolor en las piernas debido al deporte —explicó viendo con intensidad la cantina.

—¿Acaso es tu novia y no me has dicho nada, Mat? —pregunté para cruzarme de brazos. Él chisteó y me pasó por un lado.

—Quedaste pintada en la pared —dijo mi amiga mientras seguíamos caminando.

—¡Hace todo que ella le dice!, es como... —Llené de aire mis cachetes y solté el aire con lentitud—. Mateo tráeme esto, Mateo tráeme lo otro, Mateo, Mateo, Mateo ¡Es una...! —Tapé mi boca al ver a uno de los profesores a mi frente—. Una señorita muy puntual... 

—¿Lista para el examen? —Asentí con una sonrisa—. Qué bueno, ambas deberían irse a clases estamos a segundos de entrar.

Afortunadamente todo marchó bien en el examen de Matemáticas. Marta no se cansaba de hablar de su novio, yo me sentía feliz por ella pero me molestaba que solo hablara de él,  tal vez le tenía un poco de envidia. Y es que ¡vamos! todas las chicas de la secundaria tenían aunque sea un enamorado y yo... yo tenía un mejor amigo que era eso, un mejor amigo. Sentía que necesitaba lo que ellas tenían para sentirme bien. Quería a alguien que me dijera "te quiero", sin que se lo dijera primero, y que dijera lo bonita que no me atrevía a pensar yo misma. Sabía que apenas se me presentara la oportunidad no lo iba a dejar ir.

Al llegar a casa lo primero que hice fue quitar la que consideraba era una fea corbata. Para los estudiantes de primer hasta cuarto año, el mismo color verde vomito era el distintivo de nuestra corbata, que, aunque acompañada con un suéter sin mangas azul marino, falda del mismo color y medias pantis negras, resaltaba. A penas estaba empezando la secundaria y vaya que ya quería usar esa corbata color vinotinto de los estudiantes de penúltimo y último año. 

Un amor que no es amor #LoveYourselfWhere stories live. Discover now