Graham llamó a Damon exactamente dos días después de esa noche durante su hora de descanso.
Claro que a escondidas de Miles y Brett, u otro personal del lugar.
No quería hacerlo cuando Viv, o Patricia estuvieran cerca, pues sabía que lo pondrían estúpidamente nervioso, y fue por eso que mientras se alimentaba de la comida recalentada en la parte trasera del estudio presionó aquel botón verde.
Damon atendió luego de dos tonos.
- Estudio de Damon Albarn, ¿en qué puedo ayudarte?
Wow, de verdad que se habría esperado algo más informal, algo más... Damon. "¿Que mierda quieres?" o algo así.
- ¿Realmente estoy hablando con el chico que se desnuda frente a desconocidos sin pudor alguno? -bromeó captando la atenta mirada de Damon, quien sonrió sin vergüenza.
A él le gustaba mostrarse mucho.
Además, cualquiera que lo hubiese mirado en ese momento se habría dado cuenta que se estaba enamorando.
- ¿Graham?
Le gustaba hablar por teléfono con Damon, así podía notar el tono sorprendido en su voz, y no sentirse extrañado por sus expresiones siempre neutras.
- Pensé que no me llamarías.
¿Era enserio? ¿Ese Damon que jamás parecía dudar de sus capacidades para hipnotizar a todo el que pasara por delante suyo, se había sorprendido con su llamada?
- Pues me alegra el doble que lo hicieras.
Una nerviosa e inevitable sonrisa se apoderó de los labios del menor.
- ¿Realmente te alegra mi llamada, Damon? -insistió.
Realmente no lo esperaba.
Damon era perfecto, y él... Graham era un simple tatuador.
- Estaba tan desesperado por saber algo más de ti, que habría saltado de felicidad con tan solo ver la foto de tu pasaporte.
Y así era como Damon hacía que su corazón palpitara dolorosamente.
- Créeme, si vieras la foto de mi pasaporte saltarías, pero no a causa de la felicidad...
- Vamos, no creo que sea tan malo...
- Me veo muy niño -chilló entre risas- tú, en cambio, debiste salir perfecto...
No se imaginaba Damon Albarn saliendo mal en una foto, ni siquiera en la del estúpido pasaporte.
- Debo admitir que me veo bastante bien - reconoció, pero gracias a su tono de voz el tatuador supo que estaba solo estaba bromeando.
Silencio.
- Supongo que no me llamaste para alegrarme el día hablando sobre esto... -agregó, y aunque no lo escuchaba decepcionado, había un poco de menos felicidad en sus palabras.
- La última vez que nos vimos dijiste que querías pedirme algo... -no iba a mentirle.
- Tienes razón.- a pesar de que no lo estaba viendo, Graham supo que había sonreído, como si el hecho de recordar sus palabras fuesen el suficiente motivo para hacerlo sonreír.
- ¿Qué querías pedirme? -si iba a recibir una propuesta indecorosa al menos quería estar preparado para no insultarlo.
Pero ese no sería el caso, algo difícil para Graham, a él los insultos no le caían para nada bien.