uno.

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La rubia abrió lentamente y con pereza sus ojos, se imaginaba encontrar aquella fría superficie de color azulino, pero la realidad era otra.

Una cómoda cama en una habitación de color crema, simple a decir verdad. Miró las sábanas que tenían un color verde y viajó observando su alrededor, en una silla que se posaba en la par el lateral izquierda se encontraba doblada su chaqueta de la división militar y encima sus botas. Lo que no encontraba era su equipo tridimensional y eso era lo que necesitaba.

Se alarmó un poco por esto, por eso mismo, se levanto rápidamente encontrándose solo con su pantalón blanco y su sudadera del mismo color, sin calzar. Miro la mesa que se encontraba a su costado, de la cual no se había percatado anteriormente y miro unas tostadas con huevo y zumo de naranja.

—¿Pero que demonios? —dijó en un susurro. La verdad tenia hambre, pero la incertidumbre de encontrarse en una habitación de la que asegura no ser de su propiedad y mucho peor conocida le ganaba. Quería salir de ahí ya, sentía que le tenían custodiada y quizás la realidad no se alejaba de ello.

Sintió la fría madera de caoba en la planta de sus pies dándole un escalofrío, su cabello alborotado por su siesta anterior y un humor de perros como era de esperarse. Caminó hacía la puerta de la habitación, su mano estaba a punto de hacer contacto con la dorada perilla cuando notó que esta se movía; alguien trataba de abrirla por afuera.

Retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás, para dar espacio a quién ella suponía le tenia atrapada o mejor dicho asegurada en aquella cómoda habitación. Aunque el ultimo término ya era sobrepasarse y decir que su cautor tenia buenas intenciones haciéndolo, no se quejaba pero estar en una cabaña no estaba acuerdo a sus planes, en lo mas mínimo.

La puerta se logró abrir, dando a vista una cabellera castaña y un parche en su ojo izquierdo. De inmediato logro reconocer aquella figura, pero aun así no se conmociono, se lo esperaba. Definitivamente era de esperar que la legión le capturara pero ¿En una cabaña con una cómoda habitación?

Rebobinando, lo ultimo que recordaba de la noche anterior era aquel ahora maduro rubio quien le había hallado, era de suponerse que la traería de inmediato a las autoridades.
Pero aún no podía explicarse algo, ¿Por que esta en una cómoda habitación en lugar de encontrarse con los fríos barrotes del calabozo bajo Stohess?. No sabia si estar frustrada o agradecida, lo que sabia es que la confusión no se hizo esperar en el meollo que se desataba en sus pensamientos.

Hanji se colocó frente a ella. Tenía un aspecto intimidante, era de esperase luego de volverse comandante de la brigada, perder a su gran amigo, Erwin Smith y cabe decir también debido a su ojo. Pero aquel semblante se debía al igual, por estar frente a una criminal nadie mas que la Titán Hembra.

—Annie Leonhart, hasta que te dignas de salir de ese cristal —hablo primero la castaña no muy contenta con lo avisado por Arlert hace algunas horas.

—Algun día debía salir, ¿No es así? —contestó la rubia con su habitual neutralidad.

Hanji alzo su única ceja visible tratando de comprender la actitud de la rubia. ¿Acaso no sentía nada luego de ser quién arrebató miles de vidas en dos situaciones? ¿Que acaso no siente nada?.

—Debes estar bromeando —gruño la castaña alejándose de su extrovertida personalidad—¿No sientes nada después de haber arrebatado todas esas vidas? ¿Que tipo de persona eres, Annie?.

¿Que tipo de persona era?, era el tipo de persona que se torturaba a diario por las miles de muertes que causo hace tan solo unos años, décadas, días, simplemente estaba inconsciente de que hace tanto hizo tales atrocidades, ella solo quería estar en brazos de su madre a quien tampoco se la devolverían.

Pero algo estaba claro, si no lo hacia ella igual, alguien iba a hacerlo. Claramente eso no le quitaba la culpa que traía sobre los hombros, una tortura personal que tenía presente que la merecía.

—No tengo nada que responderte —su fría mirada hizo contacto con los caoba orbes de la castaña ahora comandante. Esta solamente se limitó a suspirar.

—No saldrás de esta cabaña hasta que se investiguen ciertas cosas, estarás bajo la tutela del capitán Armin Arlert —informó dando una severa mirada a la de orbes azules quién ni se inmuto— Si te comportas de cierta manera, te aviso con anticipación que él capitán Ackerman no dudara ni dos veces antes de asesinarte. No me extrañaría luego de que mataste a todo su escuadrón —advirtió para luego dejarle nuevamente sola en aquella habitación.

Al dejar la puerta abierta, la rubia avanzó para cerrarla y recargarse en ella. Sus zafiro se cristalizaron recordando todas aquellas muertes, todo el sufrimiento que había causado.

—L-lo lamento —sollozo la pequeña rubia deslizándose por la puerta teniendo su vista fija hacia la pared de enfrente mientras las lágrimas resbalaban en sus albinas mejillas.

Mientras tanto Armin, luego de haber despedido a su comandante se acercó hasta la puerta de su rubia invitada y así escuchandole sollozar mientras balbuceaba incontables disculpas.

Él rubio coloco su espalda en la puerta de la chica y al igual se deslizo para así estar sentado. Su expresión era de melancolía, su mano acaricio la madera que los separaba y sonrió débil.

—Te perdono, Annie.

Culpable|| AruannieWhere stories live. Discover now