Capitulo 11: Rewind

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El par de manos dejaron escapar entre sus dedos la bolsa de papel, que lentamente fue cayendo,  las piezas de pan se esparcieron por el piso llenándose de tierra y pasto

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El par de manos dejaron escapar entre sus dedos la bolsa de papel, que lentamente fue cayendo, las piezas de pan se esparcieron por el piso llenándose de tierra y pasto. El omega dio un paso hacia atrás, en sus días de libertad la importante figura de YongGuk disminuyó, el miedo desapareció junto con algunos recuerdos. La tranquilidad creada en esos días desaparecieron, esos ojos mirándolo fijamente, esos labios atrapando un cigarro lo desarmaron, era imposible no temerle a esa asesina aura. Quiso huir pero el ávido cazador lo atrapó del brazo, sumergió las garras inmovilizando su cuerpo. Sin palabras de por medio. Bang comenzó arrastrarlo en dirección a un auto estacionado metros antes.

—¡Suéltame!.— El omega se defendió tratando de zafarse de las garras del depredador, porque ese era el momento de pelear por su libertad.—No eres mi dueño.

—¡TE EQUIVOCAS!.—Vociferó el hombre dejando escapar el cigarro, que fue a dar al piso, llevaba casi dos días sin dormir, la comida no lograba pasar por su cerrada garganta, perdió el apetito, sus ganas de existir desaparecen .—Existe un papel que estipula que eres de mi propiedad.

Esas palabras colmaron el límite del omega, era todo igual que el pasado. Él no era un objeto o animal exótico que un hombre comprá para usarlo cuando le plazca. Su hijo no nacería dentro de una jaula de oro, porque aún con los millones de wons seguía siendo un esclavo. Era momento de enfrentar a ese hombre, golpearlo en el único sitio donde una herida fuera dolorosa. Esa batalla la ganaría él, porque no estaba solo, porque ese bebé lo lleno de vida. Anhelaba su libertad más que migajas de una falsa relación.

—Ese papel dice que eres dueño de Zelo, yo no soy ese personaje, legalmente no puedes retenerme.— Le enfrentó alejando la mano del alfa, dio un paso hacia atrás.— Quizá en Seúl eres un hombre conocido pero aquí yo soy quien tiene poder, si grito todos los habitantes vendrán a defenderme.—El chico llevó las manos a su estómago que se escondía bajo una holgada sudadera negra.—Aquí no estoy solo.

Los nervios de YongGuk se crisparon, apretó los labios molesto para deslizar su mano entre sus bolsillos y sacar una maltratada cajetilla de papel. Le quedaban 3 rollos blancos de nicotina.

Llevaba 48 horas sin dormir, cuando el investigador un par de noches atrás le llamó, avisando que por fin encontró al omega en un remoto pueblo al sur de Japón. El alfa hizo todo a un lado para viajar a ese maldito lugar. No se había detenido ni a comer o descansar hasta volver a encontrarlo. Era imperante verlo en persona, estaba cegado en su propia frivolidad.

Su vista se vio atrapada por el último movimiento de manos, el omega se notaba extraño no solo por el cabello negro sino un nuevo brillo resalta por la esquina en esos enormes ojos. Sus mejillas abultadas, cargadas de color carmín, era la réplica perfecta de un artístico cuadro. Se enfocó en esa sudadera negra, no le daba buena espina debido que parecía ocultar un bulto. Recordó que el investigador, antes de cortar la llamada le dijo que debía darle otra noticia pero no lo dejo terminar.

Blue: Cruel IntentionsWhere stories live. Discover now