Capítulo 2: Señales intactas

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Desde muy pequeña me gustaron las muñecas, ya que no tenía amigas, ellas eran mi compañía, mis confidentes y las únicas que pensaban como yo. Me gustaba peinarlas, cambiarles la ropa y arreglar sus casas, era entretenido para mi hablar con ellas, ninguna era traicionera y todas confiaban en mi, claro, eso era lo que yo pensaba, ¿La verdad? Solo era una niña hablándole a sus muñecas y creyendo que estas le respondían, demasiada imaginación mía.

Mi padre nunca creyó correcto comprar una mascota ya que sabía que la mataría. Si yo tenía dibujos donde degollaba conejos ¿No sería capaz de hacerlo?, ¿Para qué averiguarlo? pensaba él, así que solo era yo y mis muñecas.

En ese momento mi abuela vivía con mi bisabuela, para crear un pasatiempo, decidió comprar una pareja de conejos (Macho y hembra) los alimento y los cuidó, hasta que llegó el momento de la reproducción y como fruto de esto salieron 6 pequeños conejos, para ser sincera desde el momento en el que los vi sentí la necesidad de matar a estas criaturas pero tuve que reprimir mi pequeño deseo, mi abuela me dejaba acariciarlos pero no era suficiente.

Pasó un mes y a mis oídos llegó la noticia que la coneja mayor había tenido otra camada pero uno se encontraba atrapado en un pequeño hoyo entre el  y para sacarlo se necesitaban unas manos delgadas, así que me acerqué a mi abuela y le dije:

- Yo puedo sacarlo, ya que mis manos son realmente finas

Ella me contestó con un gesto de preocupación: - No dudo de ti, pero no sé si el pequeño esté bien

Con una sonrisa en mi rostro le contesté: -Seré lo más cuidadosa posible, se lo prometo.

Con una sonrisa en mi rostro le contesté: -Seré lo más cuidadosa posible, se lo prometo

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Abismo NegroWhere stories live. Discover now