2.Clavel

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Bakugou no quiere ceder ni aceptar el interés que se origina por el muchacho de ojos esmeralda, pero la curiosidad obtiene una invicta victoria. Al fijarse atentamente durante uno de sus regresos a casa, que un pequeño y nuevo vivero abrió por el vecindario. De allí había salido aquella criatura de aspecto a cuentos de hadas.


Los siguientes días que debe pasar por allí, Bakugou observa desapercibidamente pero no logra hallarlo.
Sin darse cuenta aquello se repite, como una especie de rutina, a lo largo de una semana.
Hasta que lo ve.
Y Katsuki quiere devolverle el "hola"
Pero no se atreve.
.
Días más tarde, Bakugou decide ponerle huevos al asunto. Se dice así mismo que va preparado, no habrá sorpresas, tiene todo cubierto. Lleva su remera de la suerte, aquella con la calavera, la billetera con el dinero contado más de 5 veces, la excusa ya está formulada en su mente.
Solo le falta dar un paso y estará adentro.
Katsuki reúne valor y lo hace.
Sus botas resuenan contra las baldosas del negocio y por un momento, se pregunta si no se trasladó a otra dimensión. O al Amazonas en todo su apogeo.
Las plantas están ordenadas por filas, y por categorías.
Es como un mundillo aparte.
Por un momento pierde de vista su objetivo y se encuentra así mismo, leyendo los cartelitos de cada maceta.


- ¿Estás buscando algo en especial?-

Katsuki casi da un salto.
Está allí.
Frente a él. Aquel muchacho de sonrisa angelical y pecas en sus mejillas. Lleva un delantal verde pálido, con su identificación.
Aunque nunca lo admitiera en voz alta, Katsuki no es muy bueno para entender kanji. Se confunde muy fácilmente, cree leer "Deku".


Deku lo mira pacientemente, esta vez lleva sus manos libres y sorprendentemente, pueden distinguirse en ellas, cicatrices exageradamente marcadas.
La garganta se siente seca, a pesar de haberse bajado una gaterade antes de salir de casa.
"Flores" se repite en su mente esperando que le funcione la sinapsis de las neuronas, y el cerebro pueda establecer conexión con las cuerdas vocales.
La cosa funciona, pues se oye así mismo diciéndolo en voz alta
Deku asiente pidiéndole que le siga.
Puede ver, al tenerlo de espaldas, que los cetrinos mechones se enrulan acariciando su nuca. Katsuki se pregunta que se sentirá estirar la mano y enredarlos entre sus dedos.
Espabila cuando ve que nuevamente se ha dejado llevar y su mano está a punto de tocar el cuello del otro
Para cuando Deku gira a mirarlo, el rubio lleva su mano a su propia clavícula, como si se estuviera arreglando la remera.
El otro, ignorante del hecho, señala la hilera de flores.
-Decime cual quieres llevar y en seguida te la buscaré- el empleado espera pero Katsuki no tiene idea de que pedir.
Está más ocupado formulando preguntas. Quiere preguntarle si le gusta su vida, si prefiere los días soleados o nublados, que si al café lo toma sólo o con leche, si se levanta por el lado derecho o el izquierdo de la cama, que si cree que lo efímero a pesar de serlo, puede durar una eternidad como él sintió al verlo. Quiere preguntarle tantas cosas pero la más importante... ¿Dónde era que había estado toda vida?


-¿Es para tu novia? Los chicos suelen llevar rosas y margaritas- le pregunta el de los ojos verdes despertándolo de su ensoñación. Bakugou parpadea y sacude los hombros. La idea le da escalofríos. "La excusa, la excusa" se repite así mismo.


-¿Qué?? No, es para mi madre- corrige.


Deku sonríe nuevamente y Katsuki siente mariposas revoloteando y ascendiendo por el esófago, amenazando con escapar por su boca.


-¿Cuáles son sus favoritas?-


Bakugou respondió sin dudar.


-Le gustan las fresias-


Deku asiente y asegura que le espere un momento y le traerá un ramo arreglado. Desaparece por unos minutos por la parte de atrás y Bakugou se queda allí viendo los pajaritos que vuelan en círculos sobre su cabeza.
Al volver, Deku le pide que le acompañe al mostrador, le entrega un ramo enrrollado en una cinta roja. Las fresias son de color violeta oscuro con pintas más claras y él no puede pensar que son perfectas para el carácter de su madre. Se queda mirando las flores con el billete en la mano.
El chico apoya su mentón en ambas manos y le observa aparentemente satisfecho. Bakugou se distrae en la inmensidad de sus ojos esmeralda y le parecen lo mas bell...
-Escogí esas pensando en ti. Puede que fuera una decisión errónea, pero me la imaginé como tú. Con los ojos rojos y esa expresión intensa-
Katsuki muestra los dientes. No puede creer la pelotudez que le está diciendo ni cómo puede atreverse a sacar conjeturas en sus narices. A pesar que hubiera acertado en todo.
Tiene ganas de tirarle las flores a la cara, verle ahogarse con los malditos pétalos y salir dando un portazo.
El muchacho azota el billete contra el escritorio, asustando y haciendo estremecer al encargado.
-Deja de decir tanta mierda y cóbrame- le ordena a los gritos porque ya ha pasado. La chaveta se le saltó y no lo puede controlar.
Deku se hace para atrás y traga. Katsuki siente dicha, porque aquello le encanta. Le fascina intimidar a los demás, que le teman. Porque eso significa respeto. Y viniendo de la estúpida planta con patas era aún mejor. Aun así seguía con deseos de hacer una bolita con el billete, tirarlo a la puta y patear alguna maceta en el camino.
En silencio Deku le cobra y le da el vuelto.
Katsuki está listo para dar finalizada la misión, llegar a casa, romper algo y preguntarse seriamente si accidentalmente se había fritado el cerebro en alguno de los últimos líos.
Está dispuesto a hacerlo, a pisar fuerte y nunca más volver.
Está a punto, cuando Deku vuelve a mostrar esa puta sonrisa que le revuelve las entrañas, como tenedor que enrosca el fideo en el plato.


-Disculpa si te incomodé, es una costumbre. Y perdona mi atrevimiento pero en relación a lo que dije...- y Bakugou arquea una ceja desafiándole a terminar pero lo desencaja distinguir un leve rubor entremezclándose con las pecas- Creo que tu madre debe ser muy guapa- termina sonriendo con una expresión avergonzada y a Bakugou le toma unos segundos caerle la ficha.


Y cuando entiende el trasfondo de las palabras, los colores se le suben salvajemente al rostro y se siente explotar en vapor y bochorno.
Reacciona como un animal al que lo han amenazado e instintivamente le enseña el dedo del medio.
- ¿Pero qué mierda dices, imbécil? ¡Que te jodan! ¡Muere!- exclama a todo pulmón, modulando agresivamente la histeria en cada silaba antes de salir del vivero con el corazón latiéndole a mil.

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Clavel– Oillet – Carnation Campanula: coquetería.    

Clavel rojo: esperanza en un amor

El chico de las floresWo Geschichten leben. Entdecke jetzt