3. Amapola roja

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La tarde va cayendo, bañando la ciudad en cálidos tonos rojizos. Katsuki nota que los pies le traicionan, pues lo llevan inconscientemente frente al dichoso vivero.
Está mirando las plantas de la vereda, distraído.
Ese día cayó en la provocación de un compañero. Casi le quiebra la nariz. El director fue muy claro al sostener que de allí en más estaba en periodo de prueba.
Y a Bakugou eso ya le sabía a derrota, pues estaba seguro que la palmaria, tarde o temprano. Era inevitable, por culpa de su incontrolable ira.


- Buenas –


Escucha que hablan cerca de él. Se limita a ver de reojo al encargado del vivero.
Deku está a su lado, vistiendo su común delantal y esa expresión tímida pero bonachona en el rostro.
Bakugou ignora totalmente el hecho de que él mismo hubiera terminado allí, debido al inconsciente deseo de verle.


-Ándate a la puta - le increpa. Imaginando que le prende fuego a la planta que tiene en frente.
No escucha nada por un rato y cree que Deku se ha marchado, hasta que hace uso de su voz nuevamente.


- Amapola –


Katsuki se pregunta seriamente que si entre tanta plantita en el vivero, tienen marihuana y Deku se hace un porro a veces como para hablar sin coherencia alguna.


- ¿Ama qué? ¿Te fumaste algo acaso? -
Por primera vez escucha la risa del otro y Katsuki siente que es desarmado, que la melodía le rodea y le acaricia cada parte de su epidermis.

El muchacho de rizos 
-La flor que estás mirando. Se llama así. Cuando es roja como esta, expresa consuelo. A veces puede ser que nuestra vista se sienta atraída por lo que buscamos, aun sin darnos cuenta de ello ¿No? –

A pesar que se lo dice calmado, Bakugou frunce el ceño y rechina los dientes. Detesta toda aquella palabrería hippie y le desespera los que realmente la creen. Le dan ganas de zarandearlos y obligarlos a poner los pies sobre tierra.


- ¿Mal día en el colegio?- le pregunta cómplice arqueando una ceja y Bakugou siente que se le revoluciona el pecho y quiere decir que sí. Que está harto de todo, del colegio, de decepcionar a sus padres, de las personas y de su vida. Quiere abalanzarse sobre el otro chico y apoyar la cabeza en su pecho. Que Deku lo anime, mientras hunde aquellas manos llenas de cicatrices en sus rebeldes cabellos rubios, que nunca nadie se atrevió a tocar.


Por supuesto que no lo hace.


- Tcht metete en tus asuntos.- le espeta sin mirarle pero aún así permanece quieto en el sitio. Porque no quiere irse. Porque Deku ha estado en su mente a cada minuto del día y cada vez que lo ve, Bakugou lo siente como un bálsamo, una compresa que tranquiliza su adrenalina y le permite respirar en paz.


Al igual que él, Deku no se va y Katsuki recuerda ese meme que ha visto en Twitter, del "bagre que no se rinde".


-Venga, necesito un poco de ayuda allá dentro. Prometo recompensarte-


El rubio frunce la nariz, incrédulo de que le esté pidiendo una mano. A él, como si le importaran las putas complicaciones de los demás. Ya demasiado tiene con las suyas.
Bakugou le va a decir que no. Que se joda y que si de él dependiera, dejaría que se pudriera tranquilamente mientras lo ve, comiéndose un tarro de pochoclos.
Pero cruza frente a Deku, mostrándole el dedo del medio antes de entrar al vivero.
Al resto de la tarde, se la pasa cuidando plantas, arreglando los carteles, regándolas, aplicándoles las gotas correspondientes de hormonas.


Deku le agradece compartiendo con él un pedazo de torta de frutas. Y Katsuki laacepta tomando bruscamente el plato. Sin sonreír.


Aquel y los siguientes días, Mitsuki encuentra flores purpura sobre la mesa alllegar al departamento.    

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Amapola roja: consuelo

El chico de las floresWhere stories live. Discover now