Capítulo Uno.

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Leer Guía de Omegaverse si no conocen este universo. 


Hace unos días, Do KyungSoo ha cumplido veintiún años. Ya es mayor de edad y no puede estar más que feliz.

Está desesperado. Si el ser un omega ha complicado su vida hasta el punto de desear haber nacido alfa, o al menos beta; no se imaginarán los demás el calvario que ha de pasar al ser un omega adulto. Es casi como una maldición y siempre se pregunta qué hizo en el pasado como para que tenga que pasar por todo eso. Es como si la Madre Luna lo odiara, claro está que toda la educación recibida años atrás le enseñó que la Madre Luna adora a todos sus hijos por igual. Sin embargo, no se atreve a decir nada más que la Madre Luna lo odia. Estúpido, pero válido. Según el criterio de KyungSoo.

El ser omega hombre siempre ha sido una maldición y no porque sea el más importante entre la sociedad (porque con el pasar del tiempo la sociedad ha recapacitado y ha colocado en el pedestal a todo omega viviente en el mundo), sino porque es un hombre, porque le cuelga algo entre las piernas, porque es como una abominación para la humanidad. Lo mejor es haber nacido mujer o, al menos, no haber nacido. No obstante, no puede hacer más que quejarse y seguir con su vida como si nada, porque a pesar de que todo sea como una maldición la Madre Luna tiene un destino preparado para él y en todo el paquete se encuentra su compañero o compañera de vida. Y solo tiene que esperar a que el momento llegue y su alma gemela aparezca. Deseando todas las noches que sea la mejor persona de todas, con una personalidad única y que, sobre todo, lo ame sin importar qué.

Está hastiado, horriblemente hastiado. Tras haber cumplido veintiún años, su padre, sus hermanos y sus mejores amigos se han vuelto como el chicle que se pega en la suela del zapato, como las piedrecillas que te hacen tropezar, como la resaca después de una buena fiesta. Molestos, realmente molestos. Son demasiado sobreprotectores, tanto que han llegado amenazar a sus pobres compañeros de clase por el simple hecho de acercarse a él para pedirle un mísero favor. Y no es para más, el ser hijo del profesor más estricto que podrás encontrar en tu jodida vida, el ser hermano de deportistas profesionales (jugador de fútbol americano, boxeador, golfista, jugador de hockey y gimnasta) y el ser el mejor amigo omega de un par de idiotas que parecen postes andantes con una cara de mequetrefes que no pueden con ella, no ayuda en nada. Y cuando se dice nada, es nada. Prácticamente ha sido medio exiliado de la sociedad, considerado uno de los pocos omegas con los que te podrás meter. No saldrías vivo si lo llegas hacer, está de más decir el por qué.

—La jodida puta vida me odia, he dicho.

Su humor últimamente está intocable, ha de aceptar. Está más que insoportable y no es para más cuando tiene encima suyo a alguno de los alfas idiotas que lo rodean. Es demasiado desesperante y desea desaparecer del mundo por al menos una fracción de segundo. No puede respirar aire fresco y se encuentra más que sofocado. Realmente la existencia entera lo odia.

Uno de sus mejores amigos omegas, quien es el compañero de uno de los postes andantes que lo siguen por todos lados, le sonríe burlón. Le divierte porque ya ha pasado esa etapa estresante y no puede estar más que feliz.

—Eso. Búrlate de la desgracia ajena todo lo que quieras, porque, como dice el dicho latino, el que ríe de últimas ríe mejor.

—No tengo la necesidad de preocuparme, tontín. Ya he pasado esa etapa hace tres años y estoy libre de toda locura de alfas sobreprotectores que nos rodea.

—Es horrible, molesto, escalofriante —su cuerpo se estremece cuando recuerda algo—. Si te contara, hace unos días estaba felizmente en el baño y me encuentro con la hermosa sorpresa de que, al salir, el idiota de SeHun me esperaba como si de mi guardaespaldas se tratase. Es frustrante, joder. Casi morí de un paro cardíaco cuando me encontré con su rostro estoico y una mirada de mil demonios.

Almas Gemelas © KaiSooWhere stories live. Discover now