Capítulo 6: Equipo.

148 124 2
                                    

-¡Vosotros dos! ¿Qué haceis ahí?

Se acercó a nosotros con pasos enormes. Estaba segura que si lo se nos acercaba, nos pisaría. Me aparté dejando su mano sola.

Vengo a hacer las pruebas.- dijo él tan feliz. ¿No le imponía aquel hombretón?

Cerramos los equipos, definitivamente- recalcó-, hace dos semanas. Volved a clase. Ha sonado antes de que os pillase por aquí.

Pero nosotros dos somos muy buenos.- me cogió de la mano, seguramente para no escaparme. Me estaba metiendo en un lío.

No, yo no.- contesté tímida.

—¿Pero que dices? Tienes buenos reflejos y has jugado antes conmigo- me guiñó el ojo- Tienes bastante potencial.

Os doy cinco minutos para que me hagáis cambiar de opinión.

Cogió dos cascos, ¿Por qué tanta protección si solo íbamos a hacer una pequeña muestra? Me lo puse, me quedaba grande. Aquel entrenador se puso en la portería. Flexionó sus rodillas antes de ponerse en posición de defensa. Ojalá el casco fuese de los buenos.

Tiró a portería cinco veces, y de esas cinco acertó todas. Habían sido lanzamients sencillos, pero bastante buenos. El entrenador me pasó la pequeña bola. Me miró fijamente, esperando lo mejor de mí. Tarde en recogerla en aquel palo, que a saber cómo se cogía. Pesaba.

—¡Tienes que meter dentro de la portería!- vaciló.

Alcé mis brazos temblorosos para tirar. Intenté imitarle, pero no salió tan bien como había pensado porque la lancé fuera. Muy fuera.

—¿Hacia quien iba?- preguntó el culpable de que estuviese en esas condiciones. Una sonrisa pícara no se le olvidó sacar.

Fue a buscarla, yo cogí aquella odiosa bola que había quedado en mis pies. Cuando se acercó le hablé.

—Me voy a clase. Ya he perdido demasiado tiempo por hoy y tú también.- pero eso no se refería a las pruebas de lacrosse , sino por mí.

Le lancé la bola. Me quité el casco mientras me acercaba al banquillo, de donde los había cogido el entrenador.

Sus pasos se oían pisar el césped. Me cogió del hombro, parecía cansado. Sus brazos se apoyaron en las rodillas para recuperar el aliento.

Un momento...-dijo- ¿Alguna vez te has replanteado jugar en el equipo?- ¿Qué? ¿Qué? ¡¿Qué?!

Pero si soy pésima, lo ha visto.

—Aun no has sacado todo tu potencial. Solo has tirado muy mal un tiro. ¿Piensas qué todos somos perfectos? A todos nos cuesta llegar a la cima y puede que tu estés más cerca de lo que piensas.

Hizo una señal a aquel chico para que se acercase a nosotros. Se puso a mi lado. Odiaba que nuestros brazos se tocasen, solo el hecho de pensarlo ya hacía que mis cuerpo se sintiese débil.

—Nueva formación. Cada uno os pondréis a un lado. Corred hasta la porteria- le señaló a él- tu marcas. Ella empieza- me tiró la bola a los pies, la recogí. Me alegré por haberlo hecho tan rápido. Iba mejorando.

Yo iba en el lado izquierdo y él en el contrario. Me hizo una mirada cómplice, le estaba gustando el papel. Comenzamos a correr cuando me hizo una señal. Se la lancé cuando creí necesario. Él marcó. El entrenador sonrió de oreja a oreja mientras que yo no tarde en caer de rodillas al suelo. Se acercaron a mí.

—¿Te encuentras bien?- preguntó preocupado, acarició mi cara con su pulgar. Se sentía bien, aunque a la vez una gran fatiga se apoderaba de mi.

Afirme mientras sacaba la pastilla de aquel bote. Me la tomé, ya acostumbrada, sin beber un trago de agua.

—¿Qué tienes? ¿Estás enferma? ¿Eres alérgica a algo?- dijo mientras pasaba su mano por mi frente. Confirmado, en los momentos tensos se ponía histérico. Ya sabía algo más sobre él.

A veces me dan bajadas de hierro. Soy...una persona anémica, por así decirlo. Pero no siempre estoy en estas condiciones. Ha sido por correr y no haber comido las propiedades necesarias.

El entrenador me levantó del suelo. Sacó un pequeño cuaderno junto a un bolígrafo.

—Pasaré por vuestras clases para repartiros las fichas de inscripción. Teneis que dármela cuanto antes. ¿Me podeis decir vuestros nombres?- Era el momento, por fin iba a ser cómo se llamaba.

Erick Preis. -hermoso. Ahora me tocaba a mí.

Elisabeth Dior.

Os lo darán en cualquier momento.- me señaló- Tendrás suerte, queda un numero que creo que es de tu talla. Tuvimos un jugador pequeño una vez.

No estoy muy segura de querer apuntarme.

—Pues es una pena. Si consigues ser parte del titular podría reclamarte una beca y no tener que pagar nada hasta la universidad o hasta donde quieras estudiar. Erick, enseñale a coger el palo. Estaría bien que no la mataran en el primer partido.- se fue dejándonos solos.

—¿Me van a matar?- pregunté asustada.- ¿Dónde me has metido?

—No te preocupes, es solo un decir. Aunque puedes acabar con algún hueso roto y...- se calló- No suelen hacerle nada a las chicas bonitas.- me guiñó el ojo, dejando de lado el tema de que podían hacerme daño y poniendo en la mesa otro.

¿Significaba que era bonita para él? ¿Quién acababa de convertirse en un gran y rojo tomate? En efecto, aquí la señorita Elisabeth.

Después de terminar las clases, que solo me quedaba una hora y que ya estaba empezada, volví al autobús parando en la misma parada que siempre. Fui hacia casa. Cuando entré vi a mi madre hablando con alguien.

—¿Mamá?- pregunte confusa, estaba llegando muy pronto a casa.

—¡Por fin llegas! Han venido a verte unos compañeros de clase.- cerré la puerta de casa sin saber de que me hablaba.

Sus sonrisas lograron borrar la mía. ¿Habían dos palabras para describir todo? Sí las había: Judith y Matt.


*****

Ya llegué con otro capítulo más. Quería aprovechar este puente que tenía de cinco días para poder escribir algunos capítulos y dejarlos sin publicar pero soy demasiado vaga y he tenido que hacer todo lo que he podido en una tarde. (Resultado: solo he escrito este capítulo)

Agradecería que votaseis este capítulo si os ha gustado y comentar en algo. Me gusta leer lo que poneis :3

Hasta el próximo domingo.

Siempre una aventura (REEDITANDO)Where stories live. Discover now