Superar.

245 67 43
                                    

Aparece ante ti como un sueño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aparece ante ti como un sueño. No como uno vívido, sino como uno desenfocado y borroso que apenas y puedes recordar al despertar. Una ligera noción de haber encontrado algo además de vacío en el profundo y, sin embargo, finito abismo del sueño. Aparece ante ti así, en medio de una luz difusa igual a la que añoras cuando estás perdido en la oscuridad.

Lulú.

El salto que da tu corazón es y no es una sorpresa. Tu nerviosismo aumenta mientras intentas mantener tu respiración constante. No habías visto a Lulú desde hace unas semanas, específicamente desde que terminó contigo y tú empezaste a evitarla de forma deliberada.

Huyendo, como siempre.

—Oh, Beau —dice al percatarse de tu presencia—. ¿Cómo estás?

—Bien —respondes, más por inercia que por sinceridad—. ¿Qué hay de ti?

—Bien, bien. —Sonríe, más por cortesía que por sinceridad—. ¿Qué hay de nuevo?

Se ha cortado el pelo. Antes, su cabello castaño caía cual cascada y se derramaba sobre ti con una suavidad tal que opacaba tus sentidos. La chica frente a ti, en cambio, luce un cabello apenas un poco más largo que el tuyo propio.

—Tu cabello —balbuceas, nervioso e incómodo—, te queda muy bien así.

El cumplido es sincero. Luce hermosa.

—¡Gracias! —Esta vez, la sonrisa es auténtica.

Tan hermosa que duele.

Quieres devolverle la sonrisa, pero no lo logras. Suspiras.

—Beau —llama, y su voz se vuelve la hermosa de este mundo—, ¿seguro que estás bien?

La conoces lo suficiente como para saber que su preocupación es genuina.

Y se preocupa. Rompió tu corazón en mil pedazos y tiene el descaro de venir y preocuparse por ti. La rabia se abre paso rápidamente por tus entrañas. Destrozó tus sueños. Quebró tus esperanzas. Te dejó de la nada, como si fuera nada. Y se atreve a preguntar si estás bien. ¡No, no estás bien! ¡No, aún no puedes superarlo! Sí, todavía duele. Pero no necesito su lástima. No quieres que te pregunte si estás bien porque obviamente no es así. ¡Dios, cuanto la...!

—Sí —contestas de pronto, callando tus pensamientos—, estoy bien.

Lulú no parece muy convencida, mas no insiste y sigue su camino. Suspiras una vez más.

Oh, Beau.

La quieres tanto, que ni siquiera yo puedo odiarla.

Diablillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora