Beau es un joven universitario que, como todos nosotros, está en una constante lucha. Lucha contra los obstáculos de su carrera. Lucha contra los estragos de un corazón roto y la inminente soledad que siente. Lucha contra sí mismo, y lucha contra es...
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Las lágrimas sobran y el aire hace falta en un frío y duro rincón del baño. Tu mandíbula tiembla y los latidos de tu corazón retumban en tus oídos. Estos días te has comportado distinto, debo decir. La herida abierta en tu antebrazo es una prueba de ello. Cierras los ojos y le das la bienvenida al ardor familiar que hace tiempo no sentías mientras la sangre se derrama sobre las baldosas azul claro.
Respiras profundo.
¿No es odioso esto? ¿No es inútil refugiarte en un dolor pasajero? ¿Acaso no es triste la forma en que siempre me haces caso a mí? O peor: ¿no es patética la forma en que siempre intentas aislarme para terminar en lo mismo? Porque sí, siempre haces lo mismo, sin importar si te toma meses o años.
¡Maldita sea, sí! ¡Siempre hago lo mismo!
Te odio.
Sí, me odio. Odio cada centímetro de mi piel. Odio mis cicatrices y odio el hecho de que no pueda dejar de hacérmelas. Odio cada parte de papá que hay en mí. Sé que no debería odiarme tanto, pero no puedo evitarlo. Odio no poder dejar de hacerlo. Odio estar derrumbándome a mí mismo y no ser capaz de enfrentarlo o de buscar ayuda.