8. Ángel

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Entró a su casa sintiéndose más cansado que de costumbre y con un dolor en su espalda, era soportable pero muy molesto. Pasó toda la noche en el cementerio y aunque al inicio tenía un poco de miedo, termino por acostumbrarse al profundo silencio que era interrumpido por los sonidos de los diferentes animales nocturnos que habitaban en aquel lugar, el frio nocturno se lo hizo pasar muy mal: todo su ser temblaba y la posición en la que estaba no era para nada cómoda, sin embargo, no se movió ni un solo centímetro y solo podía pensar en cuanto extrañaba dormir junto a su hermano. Se maldijo tantas veces que perdió la cuenta, nunca creyó que la presencia de Foster era tan indispensable en su vida.

Soltó un largo y sonoro suspiro dirigiéndose a su cuarto, se sentía torpe al caminar, sus pies pesaban con cada paso, su cuerpo lo sentía tan débil que pensó que en cualquier momento se encontraría de cara con el suelo, por suerte y con ayuda de las paredes, logró llegar a su destino sin mayor problema. Un fuerte dolor de cabeza lo invadió de pronto provocando que sus ojos se llenaran de lágrimas en cuestión de segundos y un suave gemido de dolor escapara de sus labios, llevó las manos hacia su cabeza, presionándola ligeramente. Aquellas voces que tanto le atormentaban comenzaron a hacerse presentes, primero en suaves susurros que fueron incrementando hasta convertirse en gritos que retumbaban en su cabeza.

Liam: no... no, por favor... basta-susurró, encogiéndose cada vez más hasta quedar en posición fetal sobre la alfombra de su habitación-basta, basta, basta... por favor...

Pronto la alfombra se humedeció con las lágrimas que brotaban de sus ojos, incapaz de retenerlas, sin la suficiente fuerza para combatir a sus demonios internos, ellos ganaban la batalla pero a él ya no le importaba, estaba tan harto y cansado de todo, quería desaparecer, terminar con todo de una vez... el suicidio le resultaba bastante tentador en ocasiones como esa. Todas esas voces gritando en su interior lo empujaban cada vez más cerca del abismo y llegaría a ese punto... ese punto en el que no tendría más opción que saltar a la infinita oscuridad y olvidarse del dolor para siempre.

Más de dos horas en aquella posición, tirado en el suelo, siendo abrumado por las incesantes voces, sintiendo la húmedas en sus mejillas y el lateral derecho de su cara, un ardor en el pecho por la dificultad al respirar y una insaciable necesidad de que un ángel viniera a salvarlo. Tal vez nunca lo admitiría en voz alta, pero era consciente de que necesitaba a alguien que lo ayudara, fingir ser fuerte se volvió una carrera contra la muerte, en la cual se encontraba atado de pies al asfalto, sin ventaja alguna. No podía más con esa situación él solo, resignarse y esperar a encontrarse frente a frente con la muerta misma parecía la mejor opción...

El dolor fue cesando de a poco, las voces volvieron a ser un susurró en la lejanía y después de muchos intentos logró recobrar la regularidad en su respiración. Su cuerpo débil aun temblaba a causa de ese episodio de tortura, su vista era tan borrosa que apenas lograba distinguir algo a centímetros de él y el hecho de seguir llorando lo complicaba un más. Sintió la presencia de alguien más dentro del cuarto, con la poca fuerza que tenía trato de enfocar su vista en aquel intruso: los más que logro ver fue una mancha marrón sumamente borrosa, después sintió una mano colocarse en su brazo y lo supo de inmediato. Sabía que era otras de sus malditas alucinaciones, que se sentían tan reales que llegaban a joderle la mente.

Liam: ¿por qué...?-murmuró, mientras cerraba los ojos y sentía unas frías caricias sobre su mejilla-¿por qué me haces esto...? Fos... hermano, ya no puedo con esto... ayúdame.

¿Cómo podría seguir, estando de esa forma? ¿Cómo podría continuar viviendo cuando ya no tenía una razón para hacerlo? ¿Qué fue lo que hizo mal para que le tocara sufrir de esa manera? Necesitaba respuestas, las necesitaba rápido, no tenía claro cuanto más podría seguir aguantando esa situación. La falta de sueño lo estaba matando lentamente, y sumando sus otros problemas volvían de su vida un infierno, o incluso peor. Logró ponerse de pie con ayuda de la cama minutos después ya que se encontraba más calmado, tomó unas cuantas respiraciones profundas y pesadamente camino hacia el baño, pensó que una ducha caliente lo ayudaría a relajarse más.

Pequeña Salvación [Mpreg]Where stories live. Discover now