Capítulo IV

788 44 8
                                    

Si regreso a casa...Jamás saldré de ahí.

— Lo siento, padre... pero no volveré a casa.

— ¿Has perdido la cordura? ¿Por qué no?

— ¡Porque sere encerrado nuevamente! Jamás volveré a ver a mis nuevos amigos.

— Adrien, no se con que tipo de gente te estás juntando ahora. Pero, estoy seguro que no tiene nada de bue...

— ¡Nada de malo! ¡Estoy harto que tú siempre tomes las decisiones por mi! Ya no soy un niño para que me trates así. Ya tengo una nueva vida. Si regreso, sera bajo mis condiciones.

— ¡Tu no me dirás que hacer! Eres mi hijo y...

— Y se lo que es bueno y malo. Siempre e tratado de complacerte en todo, padre. Pero ahora que soy feliz así, aunque no lo creas, no lo abandonaré.

Guardamos un minuto de silencio.

— ¿Que condiciones quieres?

— Primero: que me dejes ir a la escuela. Segundo: que me dejes salir con mis amigos.

Por su expresión, no estaba feliz con mis peticiones.

— De acuerdo. Siempre y cuando, te lleve mi chófer y regreses con él.

— ¿Enserio?

— No tengo de otra. Vámonos a casa, hijo.

Tome mis cosas y nos fuimos en el auto. En verdad, espero y cambien las cosas después de esto.

Desperté, tomé un baño y baje a desayunar.

— Adrien, este es tu nuevo horario.

— ¡Wow! –no puedo creerlo. Al fin iré a la escuela. — ¡Gracias, Natalie!

Terminé de desayunar y le pedí a mi chófer que me llevará al puente, con el pretexto de que había olvidado algo. Me llevaron y encontré a mi gato, quien subió a mis brazos y lo acaricié.

— ¿Me extrañaste?

En eso escuché que una respuesta con voz femenina.

— Claro que si. –lo miré a los ojos y le dije — ¡¿Hablas?!

— Adrien, por aquí.

Volteo y estaba Marinette detrás de mí.

— ¡Marinette! Aah....Sobre el otro día...Quiero pedirte una disculpa...Me porté mal contigo y...

— No te preocupes. Creo que la que se portó mal fui yo. No debí preguntarte esas cosas.

Mira hacia abajo apenada. Me acerco a ella y la abrazo.

— No, Marinette. Yo te pido disculpas a tí. ¿Sabes que? Olvidemoslo y hagamos como que jamás pasó ¿De acuerdo?

— ¡De acuerdo! — Suena la alarma del celular de ella — Tengo que irme.  Clases de ballet. Mi hermano me está esperando arriba en su moto.

— ¿Te acompaño?

— Si, gracias.

Subimos y veo que es el mismo muchacho que seguía al encapuchado.

— ¿Ese es tu hermano? Ya lo había visto antes.

— ¿En donde?

— Desde mi casa, hace unos días lo ví siguiendo a alguien que estaba encapuchado.

« Bailando Por Amor »Where stories live. Discover now