Capitulo 2

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Sintió el aire acariciar su rostro, se sentía lo bastante libre como para introducirse en una feliz ilusión, abrió los ojos y miro el paisaje, arboles verdes y frondosos los cuales bailaban con forme el viento los guiaba.

Yuuri se sentía feliz.

Jaló de las riendas de su corcel, para reducir la velocidad, felicito a su caballo dándole unas palmaditas.

— Buen chico... lo has hecho bien— le dijo.

Yuuri sonrió, había calculado bien la hora, los atardeceres que su nación le regalaba eran terriblemente hermosos de admirar, bajó del caballo y caminó un poco, realmente estaba maravillado.

Dejó de sonreír cuando recordó su situación, las palabras de su madre y las de Mari, por su cabeza solo paso la palabra "injusto" ¿Por qué él? Maldijo por lo bajo.

— Es hora de regresar... no queremos que manden a toda la guardia a buscarnos ¿verdad amigo? — volvió a decirle a su caballo

Volvió a montarlo y comenzó a regresar con un caminar lento, lejos estaba de querer llegar al palacio.

Yuuri abrió las puertas del establo, no había llegado tarde y varios guaridas lo vieron llegar, era seguro que no estaría en problemas, incluso podría decirse que no se habían dado cuenta que había salido.

Subió las escaleras y entró al palacio, la Gran sala estaba vacía, giro a la derecho para hacer una pequeña parada en cocina, tenia hambre y aun no era hora de la cena, los y las cocineras lo saludaron al verlo.

— Príncipe... ¿desea un pequeño postre? —Yuuri asintió.

— Oh no Jovencito.

Antes de morder se detuvo por la voz de su madre ¿de verdad? Dejo el pequeño panecillo de vuelta a la bandeja de plata y se volvió para mirar a su madre.

— Estas hecho un desastre Yuuri, tienes lodo por todas partes.

— Lo siento, cabalgue...

— No tienes remedio, ven.

Ambos salieron de la cocina, Hiroko condujo a Yuuri hasta el jardín, el príncipe sabía que ella tenía una razón para llevarlo ahí, por un momento la inseguridad lo invadió ¿conocería a su futuro esposo ahí? No, seria muy apresurado, seria terrible.

Cuando llegaron al jardín, Yuuri no pudo creer lo que veía, habían construido un pequeño puente sobre el lago, el pasto estaba tan bien cortado, las flores mantenían un color tan vivo. Lo que le llamo la atención de todo fue ese camino que terminaba con una cúpula de tela transparente, debajo de ella una mesa y dos sillas.

— No entiendo— dijo Yuuri.

— Tu prometido nos ha pedido construirlo para ustedes ¿no es romántico?—dijo Hiroko emocionada.

— ¿mi que?

— Yuuri vamos, debes verle el lado positivo a la situación, algunas veces los matrimonios no se conocen hasta el día de la boda, en cambio él accedió a venir para conocerte.

— Yo no se lo pedí... no le pedí casarme con él, no quiero hablar, no quiero verle ni un solo centímetro, si hubiera sido un Alfa todo sería diferente, yo escogería con quien casarme ¿Por qué con un Omega es diferente?

Hiroko tan solo miro a su hijo, ella con cariño acaricio su mejilla y se retiro sin decirle nada. No estaba decepcionada de él sin embargo esperaba que Yuuri actuara con madurez para sobrelleva la situación. En cuanto a Yuuri solo se quedo mirando lo ya construido, se acercó y tocó la tela. Miró la mesa y se sentó en una de las sillas para tratar de imaginar una escena en la que su... prometido y él tuvieran una platica amena, pero por mas que lo intento imaginar no lograba llegar a nada.

— ¿Cómo será él? — se dijo para sí.

Se levantó para ir dentro, debía conservar la poca calma que le quedaba, su amigo Phichit llegaría en dos días, y muy probablemente el estaría de su parte.

Yuuri jadeo, hizo su cabello para atrás y volvió a blandir su espada. Llevaba mas dos horas practicando y no, aun no se sentía cansado.

— Vamos Yuuri al menos dame cinco minutos— pidió Otabek apenas esquivando el ataque de su pupilo.

— No estoy cansado.

— Pero yo...

— ¡gane! ¡Tres de dos Otabek!

Otabek miró a Yuuri sonreír, el príncipe había resultado un muy buen aprendiz, recordó cuando este le rogó para que le enseñara el arte de la espada, alegando que él no quería pertenecer a la rama de aquellos príncipes omegas que no sabían cómo defenderse. Yuuri odiaba sentirse inútil.

— ¿Cómo van tus otras clases Yuuri?

— ¡Mejor de lo que imagine!

— Estudias Política y Economía, no son propios de un...

— ¿Omega? Lose, sin embargo, no puedo darme el lujo de no saber nada... las decisiones que tomen para mi nación también me conciernen.

— Bueno... en mi materia tienes una calificación perfecta, solo recuerda, las armas no debes tomarlas a la ligera.

Ambos envainaron sus espadas, Yuuri se despidió de Otabek dándole las gracias, de inmediato regresaría a su habitación, debía bañarse ya que a causa de su sudor su playera se había mojado.

Abrió la puerta de su habitación, justo en el sillón se encontraba alguien sentado, pudo reconocerlo y de inmediato se llenó de gozo.

— ¡Phichit!

— ¡Sorpresa! —dijo mostrándole una gran caja cuadrada—, ábrelo estoy seguro de que te encantará, lo escogí yo mismo y bien sabes que tengo muy buenos gustos.

Yuuri se sentó poniendo la caja en sus piernas, deshizo el moño de la caja y lo abrió, su sonrisa se desvaneció al ver que era un vestido de novia tradicional japonés.

— Phichit...

— Lo lamento, te conozco y se que no quieres hacer esto, nadie debería merecerte Yuuri.

El príncipe miro a su amigo, Phichit era un beta su condición fue lo que le permitió estar cerca de Yuuri, y eso lo agradecía.

— Lo usare, no sin antes hacer una pequeña travesura.

— ¿Qué harás? — pregunto Phichit curioso.

— Sera sorpresa, por lo pronto debo comenzar a prepararme, mi futuro esposo llegará pronto.

Rosa AmargaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora