30 De entrenadores molestos y como enfrentarlos

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Miro mi reflejo en el espejo una vez más tratando de agarrar valor para hacer lo que estoy a punto de hacer, asiento dándome ánimos y dejando salir un suspiro tomo mi celular y algo de dinero y los guardo en mi bolsillo trasero, cuando bajo las escaleras me encuentro a mi padre sentado frente al sofá viendo la televisión, en la cocina se escuchan ruidos de utensilios por lo que deduzco que mamá se encuentra allá.

Decidida avanzo hasta él y le doy un beso en la mejilla a modo de despedida.

—En un rato vuelvo —aviso y me alejo para despedirme de mamá.

—Un segundo, señorita —me detengo al escuchar sus palabras y lentamente giro para verlo— ¿se puede saber a dónde vas? —pregunta bajando el volumen a la televisión y prestándome atención.

Asiento y me acerco de nuevo a él.

—Iré a ver el juego de fútbol de la escuela —anuncio, papá me observa durante unos segundos y después arquea una de sus cejas.

—¿Johann irá contigo? —su pregunta me toma por sorpresa, pero me repongo y niego lentamente juntando los labios.

—No, él está ocupado con una amiga —su ceja se arquea aún más al oír mis palabras y me apresuro a hablar para que no note nada extraño—, sus padres murieron hace poco y no tiene a nadie.

Su mirada se suaviza por lo que creo es pena y asiente.

—De acuerdo, puedes ir, pero no te tardes mucho —asiento agradecida y me despido de mamá, cuando salgo no puedo evitar mirar el jardín trasero y observar lo hermoso que ha quedado con los claveles que me ha regalado Johann, sonrío al pensar en todas las tardes que pasamos plantándolos juntos pero el sonido de mi celular me distrae, observo la hora y noto que voy tarde por lo que comienzo a avanzar.

Hoy es viernes así que prácticamente ha pasado una semana desde que todos nos quedamos dormidos en la sala de mi casa, sonrío al recordar nuestro despertar al día siguiente.

La primera en hacerlo fui yo así que decidí aprovechar el momento para observar a cierto nerd dormir, el problema surgió cuando el pobre despertó tan confundido que al percatarse de que se encontraba en mi casa se levantó de un salto de su lugar y comenzó a dar vueltas por todas partes, no duró mucho su alteración pues debido a la molesta posición en la que durmió sus músculos y tendones comenzaron a protestar y se volvió a sentar en el sofá.

Eli y Leonora despertaron minutos después y por suerte mis padres no se molestaron.

El resto de la semana fue muy buena, Johann y yo no volvimos a pelear y aunque Virginia me sigue infundiendo algo de desconfianza he decidido darle el beneficio de la duda, después de todo perdió a sus padres y Johann solo la está ayudando.

A lo largo de la semana he tenido que compartir el tiempo de mi novio, pero por suerte no tarda mucho cuando ya lo tengo de vuelta conmigo y eso hace que la chica me agrade un poco más.

Avanzo a toda prisa por las largas calles y solo soy consciente de oír todo el bullicio cuando alcanzo a divisar la escuela, observo el lugar ante una repentina oleada de duda, ¿estoy haciendo bien con esto? No lo sé, me detengo un segundo y doy un paso atrás dudando aún más pero finalmente me armo de valor y continúo avanzando.

No tiene nada de malo lo que estoy haciendo, además él es mi amigo y quiero apoyarlo y verlo jugar.

Con ese pensamiento me adentro en los pasillos de la escuela que se encuentran demasiado oscuros y desérticos para mi gusto, un escalofrío me recorre el cuerpo y me apresuro para atravesar el lugar hasta la gran cancha de fútbol, a medida que me acerco el bullicio se hace más presente y alguna que otra persona se hace presente en los pasillos.

El cielo en tu mirada (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora