Capítulo 27

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CAPÍTULO       27

Noté la mano de Blade acariciando tiernamente la mía. Sonreí antes de abrir los ojos. Mire los resplandecientes ojos de Blade color avellana. Eran lo único que seguía igual, el resto de él había cambiado de una forma dolorosamente rápida. Me di cuenta de la aterradora verdad que se cernía sobre él ¿Cuánto tiempo le quedaría? A juzgar por su aspecto… ¡No! No podía pensar en eso, me negaba rotundamente. Pero el temblor de su mano me llenó de pena. La muerte no tiene contemplaciones. Recordé la cita del autor español Jorge Manrique; “la muerte nos iguala a todos” Él se refería a la diferencia entre distintas clases sociales, pero esa regla solo estaba en los humanos, ya que en mi mundo la mayoría no tenían fecha de caducidad. Por ello se me hacía aterrador pensar en que Blade sí tenía.

-Tienes mejor color. - Su voz amable me embriagó. Sonreí para apartar cualquier preocupación. No me había mirado en un espejo desde que llegué, y no tenía pensado hacerlo ante el miedo de lo que pudiera encontrar. -¿Tienes hambre? Edward me ha dicho que ayer comiste de maravilla. -Entonces ya llevaría tres días aquí. Lo cierto es que me sentía con algo más de fuerza, no me vendría mal desayunar un poco. Miré por la pequeña ventana a mi derecha. A juzgar por la inclinación de los rayos solares debían de ser las once de la mañana. Ser inmortal le da a uno mucho tiempo para fijarse en ciertas cosas. No me gustaba esta sensación de vulnerabilidad, no quería que hablaran sobre mi apetito ni cómo me habían visto aquella mañana. Pero mi fuerza física no estaba de mi parte, así que simplemente asentí derrotada.

Blade fue a por algo de desayunar, cuando volviera lo sometería a un pequeño interrogatorio. Si mi oportuna somnolencia me lo permitía.

Volvió con la misma bandeja de ayer en las manos. Un apetitoso olor a tortitas recién hechas me hizo la boca agua. Blade sonrió ante mi ferocidad con las tortitas. Mientras acababa de comerme la primera comencé a hablar.

-¿Yo alguna vez he tenido… novio? -No me gustaba esa palabra, pero no se me ocurría otra con lo que describirlo para que entendiera a donde pretendía llegar. Yo sabía que había tenido algo con Blade, pero ambos teníamos claro que no se podía definir como una relación de noviazgo. Era consciente de que no lo recordaba todo, ya que esa irritante neblina infranqueable me bloqueaba la mente de vez en cuando. Y si intentaba traspasarla recibía un doloroso pinchazo en la cabeza. La pregunta pareció sorprenderle.

-Mm… que yo sepa no, si alguna vez has tenido no me lo habías contado. -Eso descartaba muchas cosas.

-¿Desde cuando existe el elemento del hielo? -Yo disimulaba la importancia de mis preguntas como mera curiosidad concentrándome en mis tortitas.

-No lo se, se que Christian es el primero. Y a Christian lo conocí casi al mismo tiempo que a ti en The Moment. ¿Recuerdas The Moment? -Yo asentí a modo de respuesta. Allí fue donde conocí a Blade. La energía de aquel ambiente me recargaba las pilas de una forma tan placentera… la gente bailando sin control sobre la pista, aquel refinado alcohol, la lujuria, la pasión…. ¿cómo iba a olvidarlo? Aquello formaba parte de mí. No creía que mi relación con Christian fuera tan importante, ya que sin duda lo recordaría. Aunque mirado por otro lado, no recordaba mi deseo de los doscientos. Pero aquello podía deberse a un trauma, al shock, a mi estado actual, al mismo deseo que pedí (a lo mejor pedí no recordarlo), o un hecho aislado. -Bueno, allí lo conocí de vista. -La esperanza de conseguir recordar algo más me inundó, aunque seguí observando el próximo trozo de tortita que iba a comerme con descarada concentración. -Cuando realmente lo conocí fue cuando me llevó a casa para mi pasado cumpleaños, cuando me atacó la misteriosa sombra que resultó ser él. Te fue a buscar a tu casa… -Recordé mi vestido, el aroma de los aceites orientales, a Blade tumbado en la cama, había alguien más en aquella habitación. Recuerdo observar el horizonte a la orilla de un lago mientras la suave brisa me soltaba un mechón de mi recogido… ¿Había alguien más? Otra vez aquella dichosa neblina. Gemí ante el intenso dolor del pinchazo en mi cabeza.

Incandescente PUBLICADAWhere stories live. Discover now