Capítulo 16: Adaptación

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Sinai:

Al día siguiente desperté muy temprano hambrienta, pero no sabía cómo cocinar en la casa de Leonardo, estaba acostumbrada a comer en mi isla frutas y pescado crudo, caminé por toda la casa desesperada, hasta que Leonardo me sintió caminando en la cocina y se dé despertó

-No pensé que despertarías tan temprano –Dijo él.

-Sí. Lo siento, es que tengo un poco de hambre y la verdad tenía un poco de pena tomar algo sin tu permiso.

Fue lo primero que se me ocurrió para ocultar el hecho de que no sabía qué hacer ni donde había comida, me sentía muy desorientada

-Mi casa es tu casa, tranquila yo prepararé el desayuno.

Leonardo me fue explicando donde estaban las cosas, pero no cómo funcionaban, a medida que fue buscando la comida en la nevera, quedé impresionada de que un aparato estuviera tan frio por dentro ¿Pero como era esto posible?

Sacó cuatro huevos de la nevera y pan, Leonardo encendió la cocina y en cuanto vi que el aparato hizo fuego pegué un brinco, Leonardo no se dio cuenta de esto, pero estaba muy asustada. El cortó el pan y lo metió en el tuesta pan. Mientras esperaba que el pan saliera, iba haciendo los huevos. Lo miraba impactada por todo lo que estaba haciendo. Leonardo sacó dos platos y en ellos puso dos huevos para mí. Los miraba extrañada ya que jamás había visto unos huevos cocidos, ni jamás había comido alguno. A los pocos minutos salió el pan, este hizo un sonido y saltaron de dentro del tuesta pan; Esto me puso aún más nerviosa, Leonardo llevó todo a la mesa y lo seguí. Continuaba viendo todo muy extraño, no entendía que era lo que Leonardo estaba comiendo, solo observaba como lo hacía. Leonardo muy extrañado me preguntó

-¿No que tenías mucha hambre?

Pensé por un momento y respondí

-Sí y mucha, pero tenía mucho tiempo sin ver comida verdadera.

Leonardo se sintió un poco mal y no dijo más nada solo se concentró en desayunar y noté como Leonardo tomaba un extraño objeto de hierro y le untaba una especie de sustancia amarilla al pan y esta se derretía en él, pensé que si Leonardo lo comía no podía ser tan malo como se veía, así que decidí hacer lo mismo, agarré el cuchillo con mucha torpeza y tomé una gran cantidad de lo que en realidad era mantequilla y lo mordí, al probar el primer bocado quería seguir comiendo más, era algo muy maravilloso nunca había comido algo así, luego seguí con los huevos, intenté cortarlos pero no pude, ya que jamás había usado cubiertos, así que los agarré con la mano y los comí muy rápido. A Leonardo le parecía un poco gracioso pero no dijo nada.

Luego de que terminamos de desayunar Leonardo me pidió que me arreglara para salir a buscar unas cosas al barco.

Él me indico donde quedaba el baño, pero no sabía cómo utilizarlo, era como una niña pequeña, pero después de 3 horas lo fui descubriendo poco a poco.

Dejé el baño hecho un desastre, Leonardo se enojó un poco pero de nuevo no dijo nada, para él era entendible. Después de tanto tiempo en una isla, era lógico que al ver un baño lo dejara hecho un desastre.

Cuando Leonardo terminó de arreglarse, salimos hacia el barco. Él se montó en su carro y se dio cuenta de que cuando lo hizo me quedé afuera paralizada, no sabía que hacer, el bajó la ventana del carro y le gritó

-¿No vas a entrar? -Con tono burlón.

-Sí. Si claro.

Leonardo me abrió la puerta y me senté, arrancamos rumbo al barco. Él puso un poco de música y a mi me pareció un ruido detestable, me cubrí las orejas y Leonardo le bajó todo el volumen.

-¿Estas bien? ¿Te ocurre algo?

-Ese ruido es detestable ¡Jamás vuelvas a hacerlo!

-Solo es un poco de música.

Guardé silencio hastallegar al barco al igual que Leonardo    

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