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Una sonrisa bobalicona se forma en sus labios. Esa carta le había llegado ayer, 15 de abril, cuando él estaba ocupado, revisando algunos documentos. Relee la carta varias veces, pensando en cómo una chica, tal vez delgada y flacucha, podría llegar burlar su seguridad.

Guarda la carta, está no la tira a la basura, y cierra el cajón.

—Señor —la voz, monótona y calmada, de Alfred llega a sus oídos. Gira su cabeza, volteándolo a ver mientras asiente con la cabeza— el guasón está robando otro banco —informa. Bruce, se masajea su cien y resopla, frustrado.

—¿Qué no se cansa de lo mismo? —pregunta, más para él que para Alfred, irritado. Aunque, si no hubiera villanos, no existirá Batman, piensa. Alfred se encoge de hombros y sale por el gran pasillo.

Bruce, con paso acelerado y lleno de adrenalina, va a cambiarse, a prepararse para pelear.


Querido, BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora