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La ciudad está oscura, desierta y sin movimiento cercano. Bruce llega lo más rápido que puede al banco donde el guasón había robado dinero pero escapó, lo rastrea hasta una fábrica, abandonada y mal cuidada, un poco lejos de la ciudad. Llega a la dirección en menos de 5 minutos y sale de un salto hacia la acción pero... alguien ya había llegado primero.

El guasón y dos de sus ayudantes ya están atados de pies y manos, amordazados y sentados, cada uno, en una silla, inconscientes. Batman frunce el ceño y se acerca, cauteloso y alerta a cualquier actividad peculiar.

Un estruendo se escucha de eco en todo el lugar y se posiciona para el combate. Los pies separados, una mano en puño, levantada, y una mano sobre su cinturón, por si necesita de sus armas. Unos pasos se escuchan cerca, y Batman, voltea hacia la dirección en donde, según él, proviene el ruido.

Una mujer, esbelta y despampanante, vestida de cuero, se hace presente. La forma en la que se para, es derrochando altanería. Sus manos están a cada lado de su cadera y tiene una sonrisa ladina y coqueta, en su rostro. La examina de pies a cabeza, demorándose admirando su, bien diseñado, traje. Hecho de vinilo, de una sola pieza y un par de guantes negros acompañan sus manos; con unos tacones de aguja, con la punta tan afilada capaz de cortar la garganta de cualquiera que se metiera con ella; un cinturón bien ajustado donde guarda sus herramientas y un látigo. Un pequeño antifaz negro acompaña sus hermosos ojos chocolates, junto con sus lentes de visión que, al quitárselo, asemejan a unas orejas de gato. Su cabello negro y lacio, está suelto. Sus labios rojos se miran apetecibles y carnosos. En su figura se nota cada curva de su cuerpo, en el lugar exacto donde debe de estar, sin un centímetro más o, menos. Es realmente sexy, misteriosa y, a simple vista, hermosa.

Se ve espectacular con ese traje, piensa Batman.

Se aclara la garganta, terminando de examinarla y le da una mirada severa, que daría miedo a cualquiera, menos a ella.

—¿Quién eres? —pregunta con voz ronca y autoritaria. La chica, sonríe un poco más pero sin contestar.— ¿Quién eres? —pregunta más irritado.

—La chica que hizo tu trabajo —le devuelve con burla. Con el ego herido, Batman, se acerca a ella amenazante, pero la chica ni se inmuta, está a su espera, divertida.

Batman se acerca un poco más y es cuando ella reacciona. Corre en la dirección contraria, entrando por la puerta que va a la azotea. Batman, perplejo y atontado por el momento, sale enseguida tras ella. Una risa escapa de la garganta de la chica y sigue subiendo a toda velocidad. Batman, un poco más molesto con la bromita, usa su gancho para subir más rápido, pero aun así no consigue llegar antes que ella para atraparla.

Esta acorralada, piensa Batman, cuando la ve al borde de la azotea. La chica lo mira de reojo y le sonríe, él la mira confundido. Batman corre a su encuentro, pero antes de alcanzarla, ella se lanza al vacío. Él acelera el paso y llega al borde, mira hacia abajo pero no encuentra nada, solo un callejón desierto y sucio. Algo está mal. Es en ese momento cuando la chica lo sorprende. De un salto, regresa y lo tumba en la acción, la cabeza de Batman retumba contra el pavimento y se queja. Ella está encima de él, con las rodillas flexionadas a cada lado de su cintura y las manos apoyadas a lado de su cabeza.

Se miran a los ojos, ella con el corazón acelerado y la respiración irregular, mientras que él con intriga y sosiego. La chica se acerca a su cara, dejando que su cabello haga de cortina, y pasa su nariz por su mejilla, oliendo su aroma varonil y raspándose con la barba que ha empezado a crecer. Se queda quieta, con las puntas de sus narices, rozándose. Por un segundo mira sus labios, que lucen más finos y carnosos, que cualquier otro día. Se acerca hasta su oído y suelta un suspiro. Batman está inmóvil, con el corazón acelerado y un hueco en el pecho. Pasa saliva cuando se acerca más de lo necesario pero no la quita, la deja seguir.

—Hola, Batsy —ronronea, en su oído y él abre los ojos como platos.

¿Cómo...? ¿Ella...? ¿Ella es...?

—¿Quién demonios eres tú? —le espeta, sin sonar muy seguro de sus palabras. Ella en vez de contestar, se levanta, mandando su cabello hacia atrás y sonriendo socarronamente. Él se levanta, atontado por lo que acaba de pasar, y se queda a una distancia prudente.

Se hace hacia atrás, para que la vea y toma su antifaz.

Querido, BatmanWhere stories live. Discover now