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Un día iba paseando por el bosque cuando me encontré con una escalera que nacía del suelo hacia el centro de la Tierra. La curiosidad siempre ha sido más grande que el miedo, y esta vez, no iba a ser la excepción. No recuerdo muy bien cuánto tiempo pasó hasta que por fin llegué al final de la escalera. ¿Horas? ¿Puede que incluso días? Pero lo que no me hubiera esperado nunca fue encontrar a un hombre acurrucado. Así, abrazándose a si mismo como si no tuviera a lo que aferrarse [o quizás solo le queda la esperanza de la locura y por eso se aferraba a la cordura que mantenía su cuerpo con todas las fuerzas que le quedaban].

Como no sabía muy bien qué hacer, esperé como quien espera una buena noticia en una sala de hospital. Sabiendo que las paredes blancas, más que recordarme a esperanza, me recordaban a la muerte.

Arisha.

OcasoWhere stories live. Discover now