SOLO DE VEZ EN CUANDO

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Pov Lauren

Tengo bajo control mis fantasías sexuales y, en general, no soy partidaria de llevarlas todas a la práctica. Las fantasías sexuales son el combustible necesario del sexo, pero hay que cuidarlas porque a veces, si se utilizan con profusión, se aagota. A mi, al menos, me ocurre.

Si las pongo en práctica muy a menudo, tengo comprobado que el umbral de mi excitación sube y cada vez me cuesta más llegar a un umbral sexual aceptable a partir del cual dejarme llevar.

En el sexo hay cosas con las que una puede apañarse en la imaginación pero cuesta, o no le gusta, manejarlas en la realidad. Además, si todo lo que sueñas lo conviertes en realidad, ¿qué usas despues como lubricante masturbatorio?. Lo asegura una que se masturba muy a menudo.

No, hay cosas que deben quedar para la imaginación. Dicho todo esto a modo de introducción, si hay una cosa que exijo a mis amantes: que se afeiten el coño. Si no lo tiene afeitado, se los afeito yo. Es lo único que pido, es lo único que necesito para excitarme a gusto, y creo que no es mucho. Lo demás ya lo improviso, o lo improvisamos y despues se eso naturalmente hay algunas que se entregan más que otras, hay algunas que me gustan más y otras menos, con algunas las cosas van bien y con otras no,  como le ocurre a todo el mundo.

Pero en todo caso, si quieren repetir conmigo y ponerse en mis manos y, desde luego en mi lengua, quiero ver y sentir y comer un coño que sea tan suave y liso como el de un bebé. Y mientras follen conmigo lo llevarán afeitado  aunque sean amantes ocasionales.

En la vida lo mejor es tener una amante semifija con la que no se conviva y, si es posible, amantes ocasionales. Ambas situaciones no son incompatibles con enamoramientos puntuales que conviertan en fija, por un tiempo, al objeto de ese amor,  pero no hay de eso, ni amor, que pueda durar siempre y nisiquiera a un tiempo.

Pasado un tiempo, el sexo se convierte en una obligación mecánica y el amor se convierte en amistad en el mejor de los casos. Esto es inevitable y lo mejor es adecuar la propia vida a esa inevitabilidad. Yo estoy soltera por épocas pero, este como este,  hace años que Camila es mi amante semifija. Una amante para la fantasia.

Hay veces que me da por llamarla cada día, hay épocas en las que me enamoro y ella se me olvida, hay momentos en los que tengo otras ocupaciones y el sexo pasa a un segundo o tercer plano,  pero lo cierto es que Camila siempre vuelve. Vuelve a mi cama y,  aunque no se lo digo, Camila siempre termina por ocupar tambien mi cabeza.

No comparto mi vida con ella, ni tampoco mis sentimientos. No comparto la Cotidianidad ni las penas ni alegrías; con ella comparto una parte de mis fantasías sexuales. Ella tendrá su vida de la que yo no conozco mucho pero, sea la que sea que tenga, siempre consigue hacerla compatible conmigo. Cuando la llamó, a cualquier hora en cualquier época del año, tenga lo que tenga que hacer, jamás dice que no puede ni intenta tampoco dejarlo para otro día y otra hora; siempre está ahí para mi y supongo que eso es lo que la convierte en imprescindible en mi vida, y supongo también que eso lo sabe; y, finalmente tengo que suponer que le gusta. Nunca tengo que preguntar «¿Puedes?» o «¿Te viene bien?». Nada de eso, después del «Hola, ¿cómo andas?, ¿algo nuevo?» o cualquier otra pregunta insustancial le digo «El martes a las ocho», y ella responde: «vale».

El martes a las ocho llamara a mi puerta, estoy segura de que perfectamente, porque sigue siendo mía. Después de eso depende, depende de mi ganas, que varían mucho de un día a otro; depende de muchas cosas.

Mis ganas están en función de algo tan tonto como que aparezca en mi puerta con falda o pantalón. Si lleva falda, es posible que desee fingir que no me apetece el sexo, que lo que quiero es ver con ella una película en la televisión y puede que mientras estamos viendo la película yo atraiga su boca hacia la mía de vez en cuando, o le roce los pezones solo para ver como crecen, o acaricie el interior de los muslos, y que todo ello lo haga sin poner mucho interés, como algo que hago solo para entretener las pausas publicitarias. Y es posible que de vez en cuando, meta la mano por debajo de su falda solo para comprobar cómo su braga se va empapando. Eso me gusta mucho. Si lleva pantalon, puede que lo que me apetezca sea sentarme en el sillon y decirle que se vaya desnudado mientras yo miro. Me gusta mucho ver como se va desnudando, porque es como reencontrarse con ella, porque a veces se me olvida que es verdaderamente preciosa.

Sex (one-shots Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora