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Sobre el método filosófico

La razón estriba en que cuando leemos una obra de filosofía nos interesan las cuestiones filosóficas, no las científicas o históricas, y, aun a riesgo de repetirnos, hemos de hacer hincapié en que no existe otra forma de responderlas sino pensando.

Sobre los estilos filosóficos

1. EL DIÁLOGO FILOSÓFICO. El primer estilo filosófico de exposición, en cuanto al tiempo ya que no en cuanto a la eficacia se refiere, es el que adoptó Platón en Diálogos. Se trata de un estilo familiar, incluso coloquial: varios hombres discuten un tema con Sócrates (o, en diálogos posteriores, con un interlocutor conocido como el Forastero Ateniense); en numerosas ocasiones, y tras algunos rodeos, Sócrates acomete una serie de preguntas y comentarios que ayudan a esclarecer el asunto. En manos de un maestro como Platón, este estilo es heurístico, es decir, permite que el lector descubra las cosas por sí mismo, e incluso le lleva a descubrirlas. Cuando se enriquece con el drama -algunos lo llamarían la alta comedia- del relato de Sócrates, adquiere una enorme fuerza.

2. EL TRATADO O ENSAYO FILOSÓFICO. Aristóteles fue el mejor discípulo de Platón y estudió bajo su dirección durante veinte años.

Los temas que cubrió Aristóteles en sus tratados, y los diversos estilos que adoptó para presentar sus hallazgos, también contribuyeron a establecer las ramas y los enfoques de la filosofía en los siglos posteriores. Aun cuando probablemente recibió más influencia de Platón en un sentido filosófico, Kant adoptó el estilo de exposición aristotélico. Sus tratados son obras de arte acabadas, a diferencia de las de Aristóteles a este respecto.

3. LA RÉPLICA A LAS OBJECIONES. El estilo filosófico desarrollado en el medievo, y perfeccionado por Tomás de Aquino en Suma teológica, presenta semejanzas con los dos que acabamos de exponer. Como ya hemos señalado, Platón plantea la mayoría de los problemas filosóficos persistentes, y Sócrates, como quizá se haya observado, en el transcurso de los diálogos formula el tipo de preguntas sencillas pero profundas que hacen los niños. Y Aristóteles, como también hemos apuntado, reconoce las objeciones de otros filósofos y responde a ellas.

El estilo de Tomás de Aquino es una combinación de formulación de preguntas y respuestas a las objeciones. Suma teológica está dividida en partes, tratados, preguntas y artículos.

La claridad y el orden de este estilo atraen a las personas de mente ordenada, pero no constituyen el rasgo más importante de la forma de filosofar tomista, sino más bien el reconocimiento explícito por parte del filósofo de los conflictos, la presentación de diversos puntos de vista y el intento de responder a todas las posibles objeciones a las soluciones que él da.

4. LA SISTEMATIZACIÓN DE LA FILOSOFIA. En el siglo XVII, dos destacados filósofos, Descartes y Spinoza, desarrollaron un cuarto estilo de exposición filosófica. Fascinados por el éxito que prometían las matemáticas en la organización del conocimiento humano de la naturaleza, trataron de organizar la filosofía misma de forma semejante a las matemáticas.

Descartes era un gran matemático y, aunque quizá se equivocase en algunos puntos, un filósofo formidable. Lo que intentó hacer consistió, esencialmente, en vestir la filosofía con ropajes matemáticos, dotarla de la certeza y la estructura formal que había dado

Euclides a la geometría dos mil años antes. No fracasó por completo en la tarea, y su exigencia de claridad y transparencia en el pensamiento se justificaba en cierta medida en el caótico clima intelectual de su época. También escribió tratados filosóficos a la manera más o menos tradicional, entre los que destaca una serie de réplicas a las objeciones a sus opiniones.

5. EL ESTILO AFORÍSTICO. Hay otro estilo de exposición filosófica que merece ser mencionado, si bien quizá no tenga tanta importancia como los otros cuatro. Nos referimos al estilo aforístico que adoptaron Nietzsche en obras como Así hablaba Zaratustra. La popularidad que alcanzó este estilo durante el siglo pasado quizá se deba al gran interés que despertaron en Occidente los libros de sabiduría orientales, escritos en estilo aforístico, y también podría deber algo al ejemplo de Pensamientos, de Pascal; pero, naturalmente, este filósofo no tenía intención de dejar su gran obra en forma de enunciados breves y enigmáticos. Murió sin haber terminado de escribirla en forma de ensayo.

La gran ventaja del estilo aforístico en filosofía consiste en que es heurístico; el lector tiene la impresión de que se dice más de lo que se dice en realidad, porque él mismo lleva a cabo gran parte de la tarea de pensar, de establecer conexiones entre los enunciados y construir argumentos para afirmaciones propias. Sin embargo, esto constituye al mismo tiempo la gran desventaja del estilo, que realmente no es en absoluto expositivo. El autor es como un conductor que se da a la fuga tras una colisión: toca un tema, sugiere una verdad o una idea sobre él y a continuación pasa a otro tema sin defender adecuadamente lo que ha dicho. Así, aunque el estilo aforístico agrada a quienes tienen inclinaciones poéticas, resulta irritante para los filósofos serios que preferirían intentar seguir y criticar la línea de pensamiento de un autor.


Cómo Leer Un Libro  (Mortimer J. Adler Y Charles Van Doren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora