Capítulo 20

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A dos días de que la apuesta terminará Camila por fin había conseguido quitar todas las tablas del corral de los caballos, ahora le tocaba la tarea que pensaba que sería más sencilla: pintar de blanco todas las tablillas y dejarlas como nuevas. Si bien jamás había pintado algo en su vida, ella había visto a personas hacerlo e incluso había googleado un poco para entender mejor, así que se sentía totalmente confiada.

El día estaba demasiado caluroso así que a comparación de los días anteriores está vez no estaba usando camisa, en su lugar la tenía enrollada en su cintura y había decidido quedarse con la playera básica de tirantes color crema al igual que había arremangado sus jeans.

Poco a poco las horas fueron pasando y con ellas su actitud positiva de terminar de pintar todo; apenas llevaba la mitad de las tablas y aún le faltaba darle una segunda pasada así que a su mente llegó una idea que me facilitaría más el trabajo.

Con cuidado la castaña colocó una por una las tablillas recargadas en la pared de las caballerizas hasta tapizar por completo la pared, después acercó la lata de pintura junto con la brocha y comenzó a pintar todo en conjunto para no ir pintado de una a una y que fuese aún más tardado, la verdad ya estaba demasiado cansada y moría por irse a dar una ducha.

- No deberías estar haciendo eso. - dijo la ojiverde a sus espaldas asustandola por completo

- Maldición, Jauregui. - gruñó

- ¿Qué se supone que haces? - observó cómo las tablas estaban prácticamente pegadas a la pared como si fuesen una sola

- Trabajando, ¿estás ciega?

- En realidad a los seis años me diagnosticaron astigmatismo en ambos ojos y use anteojos hasta los quince años. - le contó - Así que sí, estoy algo ciega.

- ¿Y ya no usas lentes?

- Pupilentes. - dijo en respuesta Para después soltar una risita haciendo que el estómago de Camila se contrajera ante el sonido

- ¿Qué haces aquí? - preguntó dándole la espalda para continuar pintando - ¿No sé supone que deberías estar en el despacho revisando documentos?

- En realidad ya acabé. - se encogió de hombros - Estaba tan aburrida que quise venir a dar un vistazo a lo que estabas haciendo, hace unas horas te ví batallando para abrir la lata de pintura y quería reírme de nuevo.

- ¿Me viste sufrir y no fuiste digna de acercarte para ayudarme? - cuestionó indignada dejando de pintar para verla con el ceño fruncido - Eres de lo peor, cada día me sorprende aún más tu poca amabilidad.

- Si de poca amabilidad hablamos tu te llevas el premio mayor, Brooklyn. - sonrió al oírla gruñir - En fin, quiero demostrarte que soy una persona caballerosa así que te ayudaré a pintar un rato, ¿qué te parece?

- Sospechoso. - dijo entrecerrados los ojos - ¿Qué es lo que buscas?

- Ser amable, estoy aburrida ya te lo dije, Brooklyn. - le quitó la brocha de las manos - Pido el lado izquierdo

- Es el que menos tablas tiene. - chilló la morena con desaprobación

- Lo sé. - rió

Después de aquello Camila se dió la vuelta para tomar otra brocha y ambas comenzaron a pintar las tablillas en total silencio.

El sol se ocultó dos horas más tarde y las luces de sensor nocturno se encendieron para no dejarlas a oscuras y permitirles continuar con el trabajo. Ahora ya estaban dándole la segunda mano a las tablas que ya había pintado Camila horas antes.

- Ouch. - se quejó la morena al sentir como su muñeca tronaba

- ¿Estás bien? - la ojiverde había oído demasiado claro como la muñeca de la castaña había tronado

All i ever need • camren •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora