louis bostezó contra un pecho cálido y restregó su nariz contra éste mientras sentía su respiración calmada y sus brazos aferrados a su cintura.
alzó la cabeza y parpadeó acostumbrando sus ojos a la luz y sonrió de lado con su mano viajando hasta la mandíbula del alfa que dormía plácidamente y la acarició con delicadeza.
lo odiaba.
odiaba como estar con él lo volvía tan omega.
quiso abofetearlo por hacerlo sentir tan bien, tan querido, tan especial.
louis terminó refunfuñando y con el ceño fruncido mientras repasaba las bonitas facciones que tenía el alfa; desde sus largas y tupidas pestañas hasta sus labios gruesos y siempre rojos. tenía el rostro más encantador que había en la tierra y eso lo enfurecía aún más.
unos ojos verdes se encontraron con los suyos y pronto vio aquellos hoyuelos que seguían quitándole la respiración, louis bufó.
"buen día bebé." su voz por las mañanas era su sonido favorito pero nunca lo admitiría.
"no me digas bebé." bufó por segunda vez mientras se acurrucaba sobre sus brazos otra vez.
"lo siento bebé." dijo apretándolo a él, louis rio y le mordió el hombro.
"¿vamos a desayunar juntos?" louis odió lo pegajoso que sonó y lo necesitado que actuaba cuando él estaba cerca.
"tengo un partido." el alfa repasó sus facciones delicadas con la punta de sus dedos sonriendo cuando el rostro de louis se transformó en una mueca enojada. "puedes ir conmigo."
"odio a todos esos idiotas, no sé cómo puedes juntarte con ellos." se alejó buscando su camisa entre el desorden. "comeré solo."
"vamos lou, no puede ser tan malo." el alfa le besó la espalda desnuda y lo marcó sutilmente con su aroma. "casi nunca quieres ir a mis partidos."
louis suspiró pasando la camisa por encima de su cabeza y azotó la puerta del baño, eran esas formas de actuar las que iban a alejarlo y lo sabía y se odiaba cada vez que lo hacía, cada vez que veía su rostro serio y se despedía con un beso frío porque louis no era capaz de dejar de ser un idiota y poner algo de esfuerzo en su relación.
cuando louis salió del baño, el alfa ya estaba cambiado y no lo miró, se colocó una bandana entre los rizos que comenzaban a crecer y le besó los labios cortamente antes de tomar su mochila y salir de su habitación, escuchó como se despedía de su familia; tan agradable con todos, tan especial.
louis mordió su labio y el nudo en su garganta no tardó en aparecer, lo iba a perder.
cuando louis tenía exposiciones de arte el alfa estaba en primera fila, cuando louis lograba obtener un papel en una obra de teatro ahí estaba él con una rosa en la mano y un beso cariñoso. louis no sabía por qué le costaba tanto trabajo poder convivir con el mundo del alfa.
en el fondo sabía porqué, era todo lo que detestaba; popular, guapo, carismático, divertido, amable, era el jodido capitán de su equipo de futbol. louis odiaba los clichés y se había enamorado de uno.
¿cómo había conquistado a ese idiota rizado? no tenía ni idea, un día despertó y ya no lo quiso soltar nunca más.
su alfa era un diamante en bruto y era hora que louis lo tratara como tal.
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refunfuñó en voz baja con el ceño fruncido mientras se metía entre los cuerpos y se sentó en la grada mas cerca a la cancha, los jugadores corrían y lanzaban el balón, no le fue difícil encontrarlo cuando era visiblemente más alto que el resto y usaba un veintiocho en su playera; louis se sonrojó furiosamente cuando su alfa le enseñó su nueva camisa la primera vez, ese día habían hecho oficial su relación y el alfa la portaba con orgullo. el alfa corría veloz por la cancha y cuando terminó el medio tiempo trotó hasta las bancas sin notarlo, louis tragó saliva cuando vio como una chica le ofrecía una botella de agua y él la aceptó.
los observó un rato más, con el corazón encogido porque ella claramente estaba coqueteando y el alfa era tan amable con todos que muchos llegaban a confundirse y siempre intentaban más, louis odiaba sentirse celoso, odiaba que su omega reluciera ante cualquier mínima sonrisa ajena para su alfa.
ella se paró de puntitas y le susurró algo al oído, el alfa sonrió de lado negando. louis bajó la mirada.
