Capitulo 5

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Dulce jugueteo con su cena, llevó el pollo de un lado a
otro del plato e hizo una montaña de risotto que luego
derribo con su tenedor. Estaba en el Sparkle, el
precioso restaurante situado en la última planta del
hotel Mckendrick con Maite y María, que había puesto
una escusa para no asistir a una gala benéfica con su
nuevo esposo, Jonas, e ir a cenar con ellas.

Dulce sabía que tendría que estar emocionada por
haberse reunido con otra de sus mejores amigas, pero
no parecía encontrar le energía necesaria.

Maite: ¿Que pasa, Dulce?- le preguntó Maite -. No puede
decirse que esta noche seas la alegría de la fiesta.

María: ¿Estas bien?- le preguntó María con expresión de
preocupación en sus verdes ojos -. Apenas has
probado bocado.

Dulce soltó el tenedor y aparto el plato a un lado.

Dulce: No. Si -suspiró -. Tal vez.

Maite y María se rieron y se miraron.

Maite: No. Sí. Tal vez -repitió Maite -. Es como decirlo
todo de una vez. ¿Estas enferma?

Dulce: No. Sí. Quiero decir, estoy bien, pero...

María: Qué respuesta más rara. El único momento en
el que una mujer se encuentra fatal, pero esta bien, es
cuando esta embarazada pero es imposible...- María
dejó de hablar y miro a Dulce.

Dulce trago saliva y una débil sonrisa se marco en sus
labios. Se encogió de hombros.

Maite: ¿Dulce? - preguntó Maite.

María: No lo estas, ¿verdad?

Dulce: Acabó de descubrirlo. Estoy de dos meses.

Maite y María estallaron en gritos de alegría y la
abrazaron con tanta fuerza que no podía respirar.

Maite: ¿Dos meses? -pregunto Maite -. No puedo creer
que no nos los hayas contado. ¿Como pasó? Quiero
decir..-entonces se le prendió la bombilla. Abrió
la boca y los ojos de para en par -. Hace dos meses
estábamos aquí. En Las Vegas.

Dulce volvió a asentir. Tenía que contárselo. Esas
mujeres eran dos de sus mejores amigas. Necesitaba
buscar respuestas porque con el tiempo se le notaría
el embarazo y empezarían las preguntas. ¿Como iba
a decirle a la gente que su embarazo era el resultado
de una aventura de una noche? Pero a sus mejores
amigas tenía que decirles la verdad. Después de todo,
ellas lo entenderían.

Respiro hondo y comenzó con la historia.

Dulce: ¿Recordáis la segunda noche que estuvimos
aquí, cuando cada una fue por su lado?

María asintió.

María: Tu y yo nos fuimos a uno de los bares del
Bellagio, pero dijiste que te dolía la cabeza y que te
ibas a tu habitación.

Dulce: Y eso hice. Pero cuando me marchaba entré en
otro salón, uno con un piano maravilloso, pensando
que talvez una copas de vino me haría sentir mejor
-un calor inundo sus mejillas -. Y mientras estaba allí
sentada, conocí a alguien.

Podía verlo todo otra vez como si en ese mismo instante estuviera en el bar de Baccarat del Bellagio, con una luz
tenue y el pianista tocando una pieza de jazz.
Y entonces, cuando estaba a punto de marcharse,
Ucker se sentó a su lado y lo cambio todo.

Dulce: Se sentó en el taburete a mi lado y pidió una copa
de bourbon con hielo. Era guapo... muy guapo... pero eso
no fue lo que me llamó la atención.

María: ¿Y que fue? - María se inclinó hacia delante, sus
ojos marrones estaban abiertos de en par en par bajo
un flequillo castaño.

Dulce: Fueron sus ojos - respondió Dulce -. Cuando lo
mire, lo vi... - buscó la palabra adecuada para
describir al Ucker que había conocido aquella noche,
la única palabra que podía capturar la razón por la
que había decidido flirtear con él y, después, acostarse
con él - perdido.

Embarazo en las vegasWhere stories live. Discover now